Año CXXXIV
 Nº 49.164
Rosario,
domingo  01 de
julio de 2001
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Retrospectiva (1882-1935)
Fernando Fader, el pintor que buscaba una luz otoñal
Nació en Francia, se educó en Alemania, pero a través de su obra se definió como un artista nacional. El Museo Juan B. Castagnino exhibe ahora una megaexposición en su homenaje

Rosa María Fader de Guiñazú Ignacio Gutiérrez Zaldívar

Nace en Burdeos -Francia- un 11 de abril de 1882; se educa en Francia y Alemania pero es un pintor argentino. Fernando Fader, hijo del ingeniero alemán Carlos Fader y de la vizcondesa francesa Celia de Bonneval, es, en su persona y en su obra un arquetipo de argentino. Porque elige serlo y porque desde una base técnica definidamente alemana, lograda con tesón y obstinación, produce un arte único en su tiempo dedicado a "su" país. La familia vivía en Mendoza y en alguna entrevista Fader manifestó que era mendocino, lo cual ha llevado a muchos historiadores al error.
Carlos Fader, su padre, era un importante empresario energético en Mendoza, su compañía proveía de luz a la ciudad, había iniciado la construcción de la primera usina hidroeléctrica de nuestro país, y había consolidado una importante fortuna a partir de astilleros navales en Buenos Aires, la exploración de petróleo en Mendoza, y la creación de la primera usina de gas además de la construcción del primer oleoducto de Sudamérica.
Al ver que la vocación de su hijo no estaba definida, su padre le propone un año de viaje por Europa. Al cabo de ese lapso Fernando manifiesta su intención de cursar dibujo y pintura en Munich en el Real Instituto de Artes y Ciencias, que era el más renombrado de Alemania y cursa con el maestro Henrich Von Zügel. Luego de ser rechazado en un primer intento de ingreso y de tres meses de "obstinada insistencia" logra ser aceptado. Al cabo de cuatro años culmina sus estudios con altas notas y un Primer Premio consagratorio. Vuelve a Mendoza en septiembre de 1904 con 22 años, instalando su taller en la casa paterna, donde realiza su primera exposición. Al año siguiente funda una academia de pintura y don Emiliano Guiñazú le encarga decorar con pinturas murales su residencia veraniega en Luján de Cuyo, es ahí donde conoce a Adela Guiñazú con quien se casaría dos años después.
Su segunda exposición fue el 12 de octubre de 1905 en los salones de la Casa España, de Mendoza, donde presentó 70 obras realizadas en la provincia y en Europa. El 27 de noviembre inaugura en el Salón Costa de Buenos Aires otra exposición, donde la crítica unánimemente lo destaca. Al año siguiente vuelve a exponer. Realiza dos exposiciones en Galería Witcomb y participa en la fundación del Grupo Nexus junto con Pío Collivadino, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Justo Lynch, Carlos Ripamonte, Alberto M. Rossi y el escultor Arturo Dresco. Ellos procuraban una acción conjunta para difundir el arte nacional, y con la creación del Salón Nacional en 1911, se disolvió el grupo con la satisfacción de haber sido escuchados y de haber logrado entre otras cosas la creación de la Academia de Bellas Artes y del Salón Anual de Exposiciones.
Su padre falleció en 1905 y curiosamente sus hermanos deciden que sea él quien se ocupe de las empresas familiares. Pese al apoyo de la comunidad mendocina, la falta de capital y una enorme crecida del río Mendoza que arrasa con las instalaciones inconclusas, hacen que los Fader vayan a convocatoria de acreedores y terminen despojados de todos sus bienes y cubiertos de deudas, incluso algunas pinturas de Fader fueron embargadas y rematadas, y los bienes de su mujer también fueron liquidados.

La vuelta a la pintura
Fader se instala en Buenos Aires en 1914 y vuelve a la pintura. Luego de casi seis años se presenta en el Salón Nacional de 1914 y obtiene el Primer Premio con "Los mantones de Manila", envía nuevamente al año siguiente y luego suspende los envíos por discrepancias con la Comisión Nacional de Bellas Artes.
Cupertino del Campo, director del Museo Nacional de Bellas Artes adquiere "La comida de los cerdos", la obra que había sido premiada en Munich en 1904, y fue también Cupertino el primero que destacó la calidad de Fader, sosteniendo en el diario La Nación que no había en la Argentina un artista capaz de realizar una obra tan extraordinaria. Es importante destacar que el critico estaba haciendo este categórico elogio a un joven de tan sólo 23 años...
Obtiene el cargo de profesor de la Academia con una mensualidad de 190 pesos, ayuda importante para un hombre sin ingresos. La familia sigue creciendo, luego de perder dos hijos había nacido Raúl en 1912, en Alemania nace en Buenos Aires César en 1915. Se le realiza una operación de apendicitis, donde se le descubre un tumor, los médicos le pronostican tan solo seis meses de vida. Gracias al doctor Francisco Llobet se le realiza una nueva intervención y se abrigan esperanzas en cuanto a su supervivencia, en la medida en que abandone la ciudad y se instale en los puros aires de las sierras de Córdoba.
Fader vivía en el barrio de Belgrano en la calle Olleros donde lo visita Federico C. Müller, un comerciante de arte que tenía su local en la calle Florida en Buenos Aires. Viendo éste la situación económica de Fader, intenta vender uno de sus cuadros pero fracasa en el intento y es él quien compra la obra "Bajo el Chañar", curiosamente el primer cuadro que el mercader compraba en su vida. Ante la necesidad de Fader de mudarse a Córdoba Müller le otorga una mensualidad de 500 pesos por mes para que pudiera atender su salud y viajar a la provincia mediterránea.
A partir de allí Müller será quien se ocupe de la venta y exposición de sus obras y además se convirtió en el amigo más fiel y en el soporte indispensable para la maravillosa obra que realizaría el maestro en el resto de su vida.

En Córdoba
En enero de 1916 Fernando Fader con su mujer y sus dos hijos se traslada a Deán Funes, a los seis meses se traslada a un rancherío en el departamento de Ischilín, denominado "Ojo de Agua de San Clemente", a 30 kilómetros de la ciudad y de difícil acceso.
Hacía ocho años que Fader no realizaba una exposición individual y el 12 de septiembre expone en Galería Müller 29 obras, se destacaba "El pellón negro" y "El peral y la loma". Eran los animales en el paisaje la nota característica de la muestra, y los críticos destacan que las obras trasuntan el íntimo contacto del artista con la naturaleza. Ante la imposibilidad de dictar sus cursos en la Academia de Bellas Artes renuncia a la cátedra de pintura y únicamente dos fieles admiradores lo visitan en Córdoba, son Luis Tessandori y Enrique de Larrañaga.
Su rancho es reflejado maravillosamente en la estupenda serie de ocho telas conocida como "Vida de un día" donde a la manera de Claude Monet muestra el mismo paisaje a distintas horas del día, este estupendo con junto fue expuesto en Galería Müller en el mes de septiembre de 1917 y adquirida por la Comisión de Bella Artes de Rosario. Fue esta la primera adquisición de la Comisión, y hoy integran el patrimonio del Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino" de Rosario.
Luego de la exposición Fader se muda a La Peña (localidad cercana a la estación Avellaneda), buscando más comodidad para su familia, y también se compra un auto, ese "Ford de bigotes" que le da comodidad par trasladar a su familia, atender su salud y recorrer nuevos rincones.
Se organiza una exposición en Montevideo, Uruguay, en la "Casa Corralejo", pero el éxito no lo acompaña, tan solo se vendió una obra y se convertiría, pese a los esfuerzos y deseos, en la única exposición individual que hizo en el exterior.
Müller se afirmaba como el galerista más importante, y en 1918 realizó las exposiciones individuales de Jorge Bermúdez, Cesáreo Bernaldo de Quirós y de Fernando Fader, quien en esta muestra incorpora la figura, integrándola maravillosamente con el paisaje. Fader quería tener su propia casa, por eso adquiere unas tierras en Loza Corral, a ocho kilómetros del pueblo de Ischilín, allí se dedica a construir la que sería su casa definitiva, proyecta también una granja y hasta un establecimiento lechero, que nunca podría concretar.
Gracias a Müller sus precios eran los más altos del arte argentino, y en tan solo tres años se habían triplicado. Con el éxito económico puede continuar con las obras de su casa, hasta construye una sala de música. Al año siguiente se realiza una exposición con obras de la colección de Pedro Garmendia, quien lo había ayudado en sus primeros años en Buenos Aires, eran 14 pinturas del período mendocino y en el mes de septiembre presenta su acostumbrada exposición individual en Müller, destacándose "Primavera en la huerta" y "Mañana primaveral", donde el artista realza los luminosos cielos cordobeses y las nostalgias de las tardes en Ischilín.
Fader disfrutaba del otoño, era su estación preferida y en ella obtenía la mayoría de sus logros. Al año siguiente no hace exposición y comienza a realizar una serie de desnudos plenos de luz.
Comienza un período en que la soledad será su compañera, la familia en Buenos Aires y su salud quebrantada En septiembre presenta su exposición anual en Müller, es Ischilín el motivo central de la misma y fue la más elogiada y exitosa de todas las realizadas por el maestro, la crítica lo consagra como el primer pintor nacional.
Desgraciadamente la mala situación económica de Müller y los continuos y mayores gastos de Fader con la adquisición de nuevas tierras y autos provocan algunos disgustos en la relación entre ellos. Es en 1924 cuando se presenta su primera exposición retrospectiva en la Asociación Amigos del Arte ya que Müller había cerrado su local y se encontraba en Alemania tratando de recomponer sus finanzas. Presenta entonces 50 obras que daban una amplia visión de su trayectoria.
El año siguiente los problemas se agravan y realiza tan sólo tres obras. En 1926 se produce la reconciliación con Müller, quien alquila un nuevo local en Florida 940, enfrente de lo que había sido su anterior galería. El 4 de octubre se inaugura la exposición de tan sólo 9 obras, con la presencia del presidente Marcelo T. de Alvear, un extraordinario coleccionista que apoyó permanentemente al arte argentino. En dicha exposición presentó "La reja", considerada por él mismo como su obra cumbre.
Su último viaje a Buenos Aires será en octubre de 1927 para presentar su acostumbrada exposición anual. La salud de Fader se agravará día a día, ya no dejará Córdoba. Recién a los tres años realiza otra exposición. El tema es el producto de sus viajes "de campaña" con su "fordcito", que era casa y taller ante la falta de comodidades que encontraba en los pueblos que recorría. Se destacaban los motivos arquitectónicos e iglesias: "La Candelaria", "Pocho", "Caminiaga" y "San Francisco del Chañar".
En enero de 1931 realiza la que sería su última campaña artística y de ella queda el testimonio de tres telas realizadas en La Plaza (Guasapampa). Está impedido de caminar y reacio a internarse en los distintos sanatorios que le recomendaban los médicos y sus amigos. En 1932 se realiza en Müller la exposición homenaje a sus cincuenta años. No asiste, lo representa su esposa. Todos han comprendido que los tiempos de Fader están concluyendo. Acompañado por sus dos hijos mayores fallece en su casa de Loza Corral, el 28 de febrero de 1935.
Cincuenta y dos años en busca de la luz a través de los pinceles, primero bajo la firme guía de Von Zügel en Alemania, luego en pleno proceso interior de crecimiento para dar respuesta a un nuevo paisaje: Mendoza.Y por fin otro tiempo y otro espacio en Córdoba, donde lucha día a día contra el tiempo que cabalga en una tuberculosis y donde "nunca me canso de observar y para ello todo el tiempo es poco. Observo continuamente y cuando la visión se ha identificado con mi espíritu y me he compenetrado de ella, entonces pinto".
Cuando en el mundo occidental se produce una revolución plástica que cambia el rumbo de muchos creadores, Fader está solo, aislado en medio de las sierras cordobesas y pinta sin descanso en la medida de sus propias fuerzas, buscando dejar el sendero para un arte argentino, objetivo que reconoce difícil de obtener.
El tiempo le dio la razón, pero también otorgó patente de "arte argentino" a su obra y a la de algunos de sus colegas y amigos. Hoy, muchos argentinos nos sentimos representados por sus telas que hablan de actitudes, colores, personajes y paisajes que nos pertenecen.
Fader es un pintor argentino, produce un arte único en su tiempo dedicado a su país: "siempre, por encima de todo, me he dejado guiar por este propósito: hacer arte aquí, para mi patria, para los míos, prescindiendo de mi persona que nada supone en este caso. Si algo queda en beneficio de mi país, esa será mi mayor recompensa".
Un hombre de convicciones que nos deja en cada una de sus obras el sentimiento profundo de su íntima relación con la tierra. Era un solitario que no disfrutaba de la presencia de extraños, un hombre con delicada salud durante dos décadas, un hombre despojado de sus bienes "en pleno día y a la sombra de la justicia".
Un hombre tenaz que es ejemplo y que hoy queremos honrar.



Fader trabajó con una base técnica puramente alemana.
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