Año CXXXIV
 Nº 49.164
Rosario,
domingo  01 de
julio de 2001
Min 9º
Máx 15º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





El músico repasó su extenso repertorio en el Auditorio Fundación
Steve Hackett y el rock del pasado sin falsa nostalgia
El guitarrista hizo brillar a los clásicos de Genesis, pero dio un show experimental y nada complaciente

Carolina Taffoni

Temas largos. Climas cambiantes. Solos fríos y conmovedores, solos por todos lados. Rapidez y precisión. Sonido cristalino (ni una basurita en la púa). Eso es el rock progresivo, de cuando era progresivo el rock, y eso también es Steve Hackett en vivo, una invitación a un estilo, una forma de entender el rock, tan extraña y sectaria para estos días como fundamental, inevitable y gloriosa fue para los años 70.
Pero Hackett, con todo el peso de la historia de Genesis encima, demostró que en el caso de ser un dinosaurio, es uno de los que están vivitos y coleando. Hackett vino con una banda a la altura de su guitarra, y no hizo un show complaciente ni meramente nostálgico. Por eso, en algunos tramos, el recital se volvió una experiencia auditiva un tanto densa y trabajosa.
Ya a partir del primer tema quedó claro por qué Steve Hackett no pudo sobrevivir al Genesis de la era Phil Collins. No hay nada de pop ni de entretenimiento para las masas en su música. Esa primera canción, la furiosa y retorcida "Mechanical Bride", se situó a mitad de camino entre un escenario progresivo de los 70 y un cabaret berlinés de la década del 30. Realmente oscuro.
Después de un comienzo que no dio respiro, y una balada para levitar, Hackett le dio al público lo que por tantos años había estado esperando: algunos temas del viejo Genesis en vivo.
La escena era perfecta. Los juegos de luces recordaban vagamente las puestas teatrales de Genesis y algunos fans se paraban para aplaudir una joya de la abuela como "Watcher of the Skies", el gran clásico de "Foxtrot" (1972). Sin intermedios Hackett pasó a la monumental "Hairless Heart", de "El cordero se acuesta en Broadway" (1974), que brilló en un solo de guitarra tan apacible como majestuoso.
En otro clásico, "Fith of Fith", de "Vendiendo Inglaterra por una libra" (1973), la guitarra de Hackett se transformó en una fuerza increíble que arrastraba a toda la banda hacia su único sonido.
Hackett toca la guitarra como si estuviese tejiendo las notas con delicadeza y furia, y hace gala de los múltiples efectos de su instrumento pero sin gestos de grandilocuencia. Nunca se mostró como una estrella acaparadora de flashes, al contrario, dejó mucho espacio para que los músicos de su banda se lucieran con sus solos. Fue ese entramado de guitarra y teclados, más la potencia de la base y los solos zigzageantes de clarinete y saxo, lo que hipnotizó siempre a la platea, más allá de que los temas fueran clásicos o simples desconocidos.
El ex Genesis se paseó sin apuro por canciones de su carrera solista, una mezcla de espíritu experimental, retazos de rock sinfónico e influencias jazzeras y folkies que la mayoría escuchó con atención y extrañeza. En ese tramo sobresalieron la embriagadora melodía de "Steppes", y los relatos de película de terror de "Vampyre With A Healthy Appetite" y la tenebrosa "Darktown", que Hackett cantó con una voz fantasmal (la mayoría del repertorio fue instrumental).
Recién sobre el final Hackett retomó el pasado con una versión explosiva y deforme de "In That Quiet Earth", de "Wind and Wuthering" (1977), su disco despedida de Genesis. Para los bises se sentó solo con una guitarra acústica amplificada. Un grupo del público corrió para estar justo al lado del escenario, como si estuviese compartiendo con una especie de maestro un último secreto.



Hackett hizo gala de su precisión con la guitarra.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados