Año CXXXIV
 Nº 49.164
Rosario,
domingo  01 de
julio de 2001
Min 9º
Máx 15º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Delia peláez (73): Preparados, a sus marcas, listos, ya

Cuando era chiquita, Delia Peláez obtuvo una beca escolar para aprender a nadar. Pero su mamá, guiada por un temor que era habitual para la época, lisa y llanamente no la dejó. Pasaron más de 60 años. Hoy, cursando esa asignatura que había quedado pendiente en su vida, Delia se ajusta las antiparras, aferra el flotador y le da para adelante en el agua.
Como también le ocurrió a mucha otra gente de su generación, a lo largo de los años fue logrando vencer un terror ancestral a hundirse, pero la sola posibilidad de quedar con la cabeza bajo el agua se le seguía presentando como una probable amenaza de ahogo. Así que ahora, consejo médico mediante para bajar de peso y favorecer la circulación, Delia nada dos veces por semana en la pileta climatizada del Sindicato del Seguro.
Después de jubilarse como maestra, la vida empezó a abrirle nuevas posibilidades: Delia las nombra como sus "razones para vivir". Una de ellas es trabajar de voluntaria hospitalaria, lo que la hace despertarse a las 5 de la madrugada tres veces por semana para llegar a darles el desayuno a pacientes oncológicos que permanecen internados.
Pero hay otras razones más soft que tienen que ver con el nada desdeñable registro del placer: en eso aprender a nadar le aporta una cuota importante.
"Es una actividad donde me siento bien, me encanta la gente que viene y también me parecen divinos los instructores, sobre todo porque no hacen diferencias entre las personas de edad y los más jóvenes", dice. El comentario no es raro: por lo general, a la gente mayor no le gusta recibir un trato diferenciado, por más que lo anime la buena intención.
"Una mujer tiene que realizarse", apunta, convencida de que es importante tratar de llevar adelante aquello que se desea. Por eso Delia no entiende, con sus 73 años, que se ponga a la edad como un límite para encarar nuevos proyectos.
"Conozco a muchas mujeres que pasan los días criticando, se aburren, no saben en qué ocupar su tiempo. Y yo les digo: pero si se les puede leer a los viejitos, se puede atender un comedor, se puede ayudar en un hospicio. ¿Cómo puede ser que no se encuentren cosas lindas para hacer?".


Notas relacionadas
Tienen más de 70 pero no se retiran
Francisco Fuentes (83): Un diploma alcanzado con honores
Quinto lugar
Florentina Batalla (73): Piernas fuertes
Pedro Víctor Canullo (81): Volver a las tablas
Efrain Hutt (71): Ciberabuelo en Internet
Diario La Capital todos los derechos reservados