Año CXXXIV
 Nº 49.163
Rosario,
sábado  30 de
junio de 2001
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Un plenario nacional puso de manifiesto sus principales preocupaciones
Los jóvenes crecen con miedo al futuro
La exclusión y la desigualdad social, sumadas al descreimiento, marcan la visión de chicos de distintos puntos del país

La exclusión, el escepticismo y la falta de horizontes generados por las desigualdad social, la diferencia de oportunidades, el desempleo y el descreimiento en la clase dirigente, son las principales preocupaciones de los jóvenes de todo el país que participaron del Primer Seminario de Políticas de Juventud, clausurado ayer por el presidente Fernando de la Rúa.
Diez de los 150 chicos de todas las provincias convocados por la Dirección Nacional de Juventud del Ministerio de Desarrollo Social para debatir entre anteayer y ayer en la Casa de Gobierno, se reunieron para hacer un diagnóstico sobre los problemas que deben enfrentar día a día.
Estos chicos dirigen o colaboran en las diversas casas de la juventud y centros de unos 25 municipios que participan del programa Jóvenes por jóvenes.
Todos coincidieron en que la falta de trabajo y la exclusión son las mayores preocupaciones de los chicos de hoy al sentir que el empeño puesto en estudiar no recibe ningún tipo de recompensa.

El verdadero flagelo
Para Sergio González, un formoseño que con sus 26 años es el más grande de los entrevistados, "el mayor de los flagelos del país es la desocupación en todos sus niveles, que genera el total desamparo de los chicos y que se aferren a la delincuencia y a otros riesgos".
Miguel Oppido, un scout marplatense de 25 años, piensa que "para la sociedad, el que sale de la facultad no es un marginado, pero ese chico puede terminar trabajando en un quiosco o algún lugar que nada tiene que ver con lo que estudió y a eso sí lo llamo marginación".
Fabián Agüero, de 22 años, ofreció la visión de un chico que vive en Embajador Martini, "un pueblito de La Pampa de 1.600 habitantes donde convivimos con la marginación, porque hay cuatro apellidos que manejan todo y los hijos de esos cuatro discriminan al resto porque no tienen una remera nueva o tiene las zapatillas rotas".
El menor de los chicos, Sebastián Rosello, de 14 años, comentó que algo similar pasa en su pueblo santafesino. "En Chovet, hay cinco fábricas para 2.500 habitantes, es decir que hay mucha gente con trabajo, pero se gana poco y no existe el progreso porque todo está en manos de las cinco familias dueñas de esas empresas".
Raúl Rojas, universitario formoseño de 21 años, opinó que "el argentino está acostumbrado a discriminar desde que nace por ser pobre, por ir a la escuela privada o a la pública, por tener o no un auto. Tiene que haber una concientización nacional porque la falta de posibilidades marca la exclusión que vivimos los jóvenes".
Carolina Apud, una dirigente universitaria de 23 años de la ciudad cordobesa Río Cuarto, cree que "más allá de existir discriminación entre los excluidos, hay una discriminación entre los incluidos en el sistema de mercado por esa conciencia de individualización que están imponiendo desde afuera en base a los principios neoliberales económicos, el sálvese quien pueda". "Creo que la solución a este problema es que dentro de la clase dirigente se acabe la falta de voluntad política y que como futuros dirigentes formemos desde el municipio o provincia un alto grado de conciencia cívica", agregó la cordobesa.

Un cambio en la dirigencia
La mayoría de ellos coincidió en la necesidad de un cambio en la clase dirigente y resaltó las dificultades que encuentran para vincularse con la política, algo en lo que no confían.
Luciana Niz es, a los 17 años, presidenta del Consejo Municipal de la Juventud de la localidad bonaerense de Chacabuco y explicó que de los 40 mil habitantes de su ciudad, "sólo 30 jóvenes trabajamos en políticas solidarias y la mayoría no se involucra, dicen que los políticos son todos iguales y nunca se interesaron en ellos".
Al respecto, Franco Glellel, un chico de 15 años que vive en Candelaria, provincia de San Luis, recordó que "al inaugurarse la Casa de la Juventud -donde se ofrece capacitación y actividades- los padres de los chicos desconfiaron al creer que era una especie de promoción política para el intendente de turno".
"Siempre que se hace algo para la comunidad con buenas intenciones, no se conoce bien a fondo el proyecto y se lo desprestigia vinculándolo al proselitismo", añadió el puntano.
"Lo que más me preocupa es que los jóvenes ya no sólo no creemos en la política sino que no creemos en nada. No estamos actuando como actores sociales y damos cursos de computación, ofrecemos servicios, nos juntamos ¿y? Con eso solo no cambiás nada", señaló María Fernanda Portillo, una dirigente estudiantil de 22 años de la ciudad fueguina de Ushuaia.
Los chicos reconocieron que los políticos actuales están despretigiados "por sus propios méritos", por lo cual es necesario "un cambio de de mentalidad en las futuras dirigencias".



Los adolescentes recorrieron ayer la Casa Rosada.
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