Año CXXXIV
 Nº 49.160
Rosario,
miércoles  27 de
junio de 2001
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Garantías de seguridad

Diariamente miles de trabajadores sanitarios se exponen al riesgo de contagio de enfermedades infecciosas como el sida, la hepatitis B y C, dado que no cuentan con el instrumental necesario para cuidar su salud y la de los pacientes. Este peligro de contagio de enfermedades infecciosas puede ser evitado.
"Los virus más comúnmente contagiados son el VIH, la hepatitis B y C, pero cualquier agente infeccioso que se encuentre en una aguja es pasible de ser contagioso", sostuvo la doctora Janine Jagger, directora del Centro Internacional para la Seguridad del Trabajador de la Salud, durante el I Simposio sobre Lesiones Accidentales con Materiales Cortopunzantes.
En Argentina, en un solo hospital de la ciudad de Buenos Aires, se registraron 224 casos de pinchazos accidentales de los cuales, por lo menos uno, derivó en el contagio de sida.
Cada año en Estados Unidos existen entre 200 y 600 casos de contagio por el virus de la hepatitis C. En tanto, con la hepatitis B, existe un subrregistro del posible contagio dado que existe una vacuna para prevenirla.
En el país el personal de enfermería es el más expuesto en razón de que la sala general de un hospital es el área donde ocurren la mayor cantidad de accidentes, al igual que la sala de atención de emergencias. Le siguen en orden de importancia, la Unidad de Cuidados Intensivos y el laboratorio.
Los elementos cortopunzantes pueden clasificarse en cinco categorías: jeringas y agujas, catéteres para la extracción de sangre, instrumentos para el acceso vascular, contenedores de vidrio e instrumental quirúrgico.
Para reducir la posibilidad de contagio se utilizan catéteres con un sistema de seguridad que permiten protegerse del peligro que implica la exposición con agujas y sangre infectada. Estos instrumentos cuentan con un dispositivo que recubre el catéter, impidiendo que la aguja tome contacto con el exterior.
Pese a que la infección por agentes patógenos es la causa más seria que amenaza la salud de los trabajadores, el tema no merece la suficiente atención de parte de los responsables de las instituciones.
Durante los 80 se creía que la actitud irresponsable de los trabajadores era la que provocaba accidentes. El incremento de la seguridad hospitalaria estaba dado por la propia capacidad de los agentes de cuidarse a sí mismos y no exponerse a riesgos de contagio. Esta creencia desviaba la responsabilidad en la autoridad hospitalaria.
En 1991, la Administración Nacional de Salud y Seguridad Ocupacional de los Estados Unidos, dictó la primera regulación para reducir la incidencia del contagio. Y en noviembre del 2000, el ex presidente Bill Clinton firmó el I Acta de Seguridad y Prevención de Seguridad ante Punciones, que establece que las compañías de salud deben proveer agujas y otros objetos de corte que contengan elementos de seguridad incorporados.


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