Año CXXXIV
 Nº 49.150
Rosario,
domingo  17 de
junio de 2001
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Textos inéditos
La foto de mi padre desnudo

Cristian Aliaga

La foto de mi padre desnudo
1/.
nosotros
los perros los cerdos
nosotros
los pájaros
palabras negras
de material metálico
pueda uno reventar quiera
reventar sabe
reventar
eso tiene asegurado firme
palabras negras de sabor
ni amargo ni suave
gusto que revienta antes
de tragarse gusto que
sabe
ni ácido ni amargo
perdido
(ni reventar puede)
aquí muerden a los
cerdos los humanos
ellos hurgan en cuatro patas
muerden a los puercos
les comen su comida
pero antes
la ensucian
ellos huyen en cuatro
patas
el escozor de los pájaros
cuando ellos mastican sus
/ granos
les impide remontar vuelo
ellos comen la basura
del mundo
ellos grotescos
ellos son ellos
y nosotros
los perros los cerdos
nosotros
los pájaros
son ellos
con una mueca
de silencio
y consideración
2/.
el solo es tu muerto
el solo es tu padre
el solo es el
cementerio
abandonado
donde yace
el solo es exactamente
tu rostro en el hotel
sin nombre
el lugar al que huiste
para estar solo
el solo es el vivo
que será tu propio muerto
el solo es la expresión
de la bella orfandad
de la vida bella
que te matará
el solo es tu muerto
tu padre
es la foto de un niño
desnudo que matará a tu
/ imagen
el solo es quien
no tiene
su propia compañía
el solo ha aprendido
frases para su
soledad
y puede gritarlas sin
hablar
3/.
escribo sobre patos gallináceas
no me cruzo con ellos
picoteo sus granos
si puedo hablar
de la torpeza singular
de los palmípedos
¿puedo hablar
de mí?
¿cuál será la gracia que
tendremos para
hacernos perdonar
nuestra arbitrariedad?
es bueno llegar
¿pero es bueno
llegar por donde
no te esperan?
solo
quién tiene la palabra
ésa
un mono solo un
tipo solo en un lugar
solo no tiene la palabra
¿cómo podría tener
la palabra un tipo
solo?
no tiene la significación
de las grandes líneas
no tiene el solo la
palabra suficiente
es que él ve
aquellas palabras que
significan solo
pero no se ve
no alcanza
no tiene palabra
alguna
4/.
no querés algo bueno
querés lo peor
si en una risa de
desquicio podés afirmar
el espanto,
la madrugada te poseerá
no querés lo bueno
querés algo peor
lo precario, la muerte
que gotea, el escándalo
de pobreza en los bordes
del escrito;
la moral de no rendir
las armas del sol,
último o primero,
como una ética
del que puede ser magnífico
sobre la miseria que rueda
el que puede subir
escaleras para caer
el que puede
como si posible
fuera
5/
es una sonrisa
leve, apenas
sostenida en la
comisura
es la sonrisa de
quien
en un segundo
con culpa
puede partir
la sonrisa de
quien en un
segundo generoso
te
puede amar
Comodoro Rivadavia, 2000
Ver pasar trenes desaparecidos
Una luz mortecina encendida a las seis de la mañana en la soledad de la pampa seca. El sol no ha salido y la temperatura es de dos grados bajo cero, pero el dueño del bar tiene su gorra encasquetada y se ha puesto los mocasines sin medias, cosidos trabajosamente con hilo de atar. Su orgullo está en el mostrador y el espejo europeo, de cuatro metros cuadrados y sesenta años de antigüedad, que sirve de fondo al despacho de ginebra y hesperidina, al extremo de una calle única de cuatro casas deshabitadas. Escancia caña quemada en copas diminutas como la luz que parece abrirse paso entre la locura de aquellos que son incapaces de creer sin indicio alguno, exégetas de la repetición. Aferrando una botella de anís se sienta en el andén a ver pasar los trenes desaparecidos. Y si alguna vez decidiera partir, ¿a quién va a dejarle el boliche, con el espejo que su padre traje en barco, sin que se rompa, hasta este lugar perdido en el mundo?
(Tellier)

Alardeando ella
La gente muere en todas partes, pero en los caminos no hay vida que alcance. Los huesos asomándose en las fosas de los peones asesinados, todos muertos a los veinte y a los treinta años, asoladas sus cruces por el mismo salitre que tapó sus pulmones en la vida. Las construcciones de ladrillos al borde de la ruta, los corralitos de metal pintados de blanco con las flores de plástico, el espectáculo de la muerte viajera, alardeando ella sin geografía que la desampare.
(Fitz Roy)

Asolado por la quietud
Brillos en el espacio de noche que demarcan dos araucarias. El verde trae sopor, pero puede aterrorizar al fuego que no arde inocente. El color de los bosques pierde sus ramas vírgenes en la oscuridad mojada por el rocío. El mirar tras la oscuridad acobarda al fuego y al que lo atiza, la casa inclinada en el centro del bosque no acepta las condiciones de quien viene del desierto. El harapiento, temeroso, anhela el polvo de los desiertos suyos, se mete al bosque desconfiando de tanta blandura, de tanto colchón de pasto tierno bajo la bella noche. El asesinado por el viento es asolado por la quietud, los pájaros que posan inmóviles en troncos que vieron pasar el siglo se convertirán en mariposas de rapacidad, los plantíos desatarán una desilusión, el aire arderá más que las ramas del pino. Todo es agua, ríos que aprender en el sendero desconocido.
(Las Golondrinas)



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