Año CXXXIV
 Nº 49.150
Rosario,
domingo  17 de
junio de 2001
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Italia celebra el rescate de la torre de Pisa
Los trabajos para detener su inclinación demandaron diez años y 25 millones de dólares. Alivio por 300 años

Uno de los mayores íconos italianos, la torre de Pisa, famosa por su inclinación, será reabierta hoy después de casi diez años que se haya prohibido el ingreso de los visitantes debido a que la acentuada inclinación hacía temer por su existencia. El hecho fue largamente esperado por los habitantes de esa ciudad del noroeste de Italia ya que es considerada a nivel local la mayor gran fuente de ingresos por el turismo.
"Está curada", se alegraba ayer un diario italiano. Para los turistas, "la milagrosa sanación de Pisa" no es perceptible a simple vista, pero tras once años de terapia intensiva, el paciente más famoso del país está a salvo. La torre de Pisa fue enderezada en casi 44 centímetros, lo suficiente como para augurarle otros 300 años de excelente salud. Y toda Italia respira aliviada tras el fin de la acción de rescate.
Nunca la restauración de un monumento había conmovido tanto al país. "Devolvemos al mundo una obra maestra", asegura el alcalde Paolo Fontanelli, que todavía recuerda con pesar el día en que la torre de 58 metros de altura fue cerrada el público en 1990 porque su inclinación comenzaba a ser demasiado peligrosa. En aquel entonces, la torre se inclinaba 4,5 metros de su eje hacia el sur. Uno de los emblemas de Italia estaba al borde de derrumbarse.
El polaco Michele Jamiolkowski, responsable de la "operación de emergencia", siente que se quitó un peso de encima. Durante el proceso a veces había dudas acerca del éxito de la acción y los expertos debieron aceptar muchas críticas cuando en julio de 1993 comenzaron a trabajar. La inclinación era cada vez más amenazante y aumentaba en un milímetro cada año. Había que hacer algo.
El trabajo era riesgoso y cabía la posibilidad de que fracasara. En principio, los expertos intentaron un método más bien simple. Fijaron un contrapeso de 1.000 toneladas de plomo al pie del edificio y lograron así evitar por un tiempo un empeoramiento de la situación.

Un "sábado negro"
Pero entonces vino el "sábado negro" de 1995. Justo habían comenzado con el intento de una fijación subterránea, cuando casi ocurre una catástrofe. En una sola noche de septiembre "la torre pendente" se inclinó un milímetro, lo que habitualmente era el promedio de todo un año. "Escapamos por muy poco a un desastre", recuerda John Burland, miembro del equipo de rescate. Para evitar una tragedia, el edificio de 800 años de antigüedad tuvo que ser asegurado en parte con cables de acero y toda Italia se lamentaba por la imagen antiestética de su monumento nacional.
Pero los expertos no se dejaron amedrentar y optaron por pasar a la parte decisiva y más peligrosa de la operación. Con todo cuidado comenzaron a quitar tierra de la parte norte de la torre. Para estabilizarla, aspiraron agua de la parte esponjosa del terreno y con nitrógeno líquido le dieron un mayor sostén.
La acción funcionó. Milímetro a milímetro, la torre se fue enderezando. Casi cada mes los medios italianos daban cuenta de la sanación progresiva. Hoy Jamiolkowski asegura: "La torre estará en pie otros tres siglos". Ayer, Pisa comenzó a celebrar esta "resurrección".
Una y otra vez en los últimos siglos se hicieron propuestas de lo más bizarras para salvar la torre. Una vez se quiso detener su inclinación con globos gigantes, otra vez alguien propuso desarmarla en miles de fragmentos y volver a construirla.
La torre de Pisa siempre estuvo inclinada. Ya durante su construcción el terreno cedió.
La acción de rescate costó unos 25 millones de dólares. Cuando en noviembre de este año puedan subir los primeros turistas, deberán desembolsar por lo tanto una cantidad considerable. La entrada costará unos doce dólares. Y para evitar cualquier riesgo, sólo podrán subir cada vez unas treinta personas.



La torre fue enderezada en casi 44 centímetros.
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