Año CXXXIV
 Nº 49.139
Rosario,
miércoles  06 de
junio de 2001
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Riesgo en la cocina
Algunas comidas cotidianas pueden ser una fuente de alergia alimentaria

Milagros Iglesias

Leche, huevos, pescado, frutas y otros, alimentos habituales y necesarios en la dieta infantil provocan en algunos niños reacciones alérgicas desmesuradas. El tratamiento es sencillo: evitar el agente que causa la alergia.
Pero los implicados en el proceso no hacen fácil seguir el protocolo y mucho menos si se trata de niños. Sin embargo, como en muchos casos les va la vida en ello, los niños que padecen alergia alimentaria desde edades muy tempranas aprenden a ser muy rigurosos con su dieta y a suprimir los alimentos que les causan reacción.
Hasta ahí todo bien. Los problemas surgen en el ajuste de la dieta con su vida diaria. Excursiones, campamentos o fiestas de cumpleaños pueden ser, para estos niños, el primer paso para acabar en la sala de urgencias de un hospital.
¿Cómo resolverlo? La española Macarena Camuñas Baena ha encontrado la solución. Su experiencia como madre de dos niños alérgicos y su paso por todos los estadios que esta enfermedad conlleva le ha hecho idear un sencillo manual de recetas y consejos que permiten a cualquier niño con alergia alimentaria disfrutar, sin excesivas restricciones, de los mismos momentos de asueto que sus amigos y compañeros.
"Hoy por hoy, mis hijos van al colegio, salen de campamento, hacen deporte y han viajado por el mundo. Son conscientes de sus limitaciones, pero son niños felices", dice Camuñas.
Sus sabrosos menús y recomendaciones han quedado reflejados en el libro "Cocina para niños alérgicos", un práctico volumen que recorre las situaciones especiales a las que se tiene que enfrentar un niño alérgico y su familia.

Evitar las improvisaciones
Organización, ese es el consejo básico que da Camuñas para que el problema de la alergia no sobrepase a la familia. En su opinión, hay que olvidarse de improvisaciones y prever la comida de los hijos alérgicos en función del plan que ellos vayan a hacer al día siguiente.
El punto básico de partida es la higiene en la cocina al manipular y cocinar los alimentos. Sus consejos para llevar a buen puerto esta práctica son los siguientes:
* Lavarse muy bien las manos antes de manipular cualquier alimento. En las uñas pueden esconderse alergenos.
* Utilizar siempre utensilios limpios, tanto en la cocina como en la mesa. No utilizar nunca uno usado previamente.
* A la hora de cocinar, preparar abundantes cantidades de comida y congelar. De esta forma, siempre habrá disponible algo para situaciones inesperadas.
* Limpiar al detalle la zona utilizada para la elaboración de los alimentos.
* Vigilar la organización de la nevera. Es recomendable que los alimentos que provocan alergia estén bien separados.
* El intercambio de vasos y cubiertos está prohibido. Ni entre hermanos, ni entre compañeros de colegio. Es importante que el niño y sus compañeros de comedor comprendan el riesgo de hacerlo.

Según el estudio Alergológica elaborado por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, la sensibilización a los alimentos varía con la edad. En los primeros cuatro años, predomina claramente la sensibilización a la leche y huevo, seguida a bastante distancia por el pescado. Entre los 5 y los 9 años, existe un predominio de sensibilización a frutos secos y frutas, seguido del pescado; mientras que se aleja la leche y el huevo. Una perspectiva diferente aparece en el período comprendido entre los 9 y los 14 años, con un claro predominio de sensibilización a frutas y frutos secos, una cierta sensibilización al huevo y ninguna a la leche.
Más niños que adultos
La incidencia de alergia alimentaria es mayor en niños que en adultos y, especialmente, en el niño pequeño. De hecho, el mayor número de casos se da en los primeros meses de vida. Un proceso lógico ya que en esta edad es cuando se introduce un mayor número de alimentos nuevos en la dieta.
Su mayor prevalencia se sitúa alrededor de los tres años de edad, especialmente en los que tienen antecedentes familiares, según se detalla en el segundo volumen de la tercera edición de la obra Pediatría Preventiva y Social, trabajo dirigido por José Antonio de Paz Garnelo, profesor de pediatría de la Universidad Complutense de Madrid (España).
A pesar de los muchos estudios realizados, no existe un acuerdo general sobre la incidencia alimentaria infantil. Las estimaciones varían del 0,5 al 7% y, según Beatriz Martínez Valenzuela, especialista en Pediatría Preventiva y Social, este amplio margen se debe a la "diferencia de criterios que existen a la hora de interpretar una reacción adversa a un alimento y a las múltiples formas clínicas en que esa enfermedad se manifiesta".


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