Año CXXXIV
 Nº 49.118
Rosario,
miércoles  16 de
mayo de 2001
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¡Socorro!, joven y sin pareja

Es desalentador salir una noche a dar una recorrida por los bares y los boliches de la ciudad. La mirada se topa una y otra vez con grupos de chicas, de a tres, de a cinco, de a siete. Todas hermosas, todas aparentemente divertidas. Tienen algo en común: bajo una fachada de diversión se percibe una mirada triste y desesperanzada. No tienen novio. Y quieren uno.
Y no es que esto no sea un problema para los varones también. Sólo que ellos lo expresan de manera diferente. Se refugian en grandes grupos de amigos, toman, se ríen, tratando de generar una imagen -en principio para sí mismos- de que la pareja no es para ellos, de que es mejor estar solos.
A menudo los padres se preocupan por esta situación, tratan de hablar con sus hijos para comprender qué es lo que anda mal pero no encuentran respuesta. Es que sus hijos no tienen una respuesta para darles.

¿Qué ves cuando me ves?
Varias son las causas que explican este fenómeno. Algunas de ellas tienen que ver con causas macrosociales sobre los cuales es difícil operar individualmente. Pero otras permiten mayor rango de acción.
Dos aspectos que aparecen como relevantes a la hora de las dificultades en conformar una pareja son la autoestima y la autonomía.
Un problema frecuente que encontramos en los jóvenes que no hallan pareja es un descenso de la autoestima. Utilizan todo tipo de atributos para autodespreciarse. Se sienten feos, tontos, aburridos, poco inteligentes, demasiado gordos, demasiado flacos (los demasiado están siempre a la orden del día).
Los problemas en la autoestima pueden incidir de dos maneras en la búsqueda de pareja: algunos abandonan completamente la búsqueda, ya que consideran que "así como están, o así como son" nadie les va a "dar bolilla". Otros inician una búsqueda desenfrenada, cuyo objetivo no es conocer a esa persona especial de la cual enamorarse, sino cubrir un déficit personal: "si consigo estar en pareja, quiere decir que valgo, si no, eso me confirma lo feo/tonto/etcétera que soy".
Las presiones familiares y sociales ejercen un gran impacto en cómo los jóvenes se sienten cuando no encuentran pareja. Las chicas dicen: "hay algo malo si no tenés novio".
Esto se vincula con el otro tema, la autonomía. La juventud es la edad para consolidar la autonomía, es decir, para configurar un proyecto de vida propio, saber quiénes somos, cómo somos, cuáles son nuestras virtudes y cuáles nuestros defectos. Este proceso comienza en la adolescencia, y es de autoconocimiento. Cuando nos conocemos lo suficiente, estamos en mejores condiciones para armar un vínculo profundo con otro. Cuando esto no sucede, las relaciones de pareja pueden convertirse en un parche para esas lagunas en la identidad.
En algunos casos lo que uno es va a estar supeditado a lo que el otro desea que seamos (o a lo que nosotros suponemos que el otro quiere que seamos). Lo que puede significar algo positivo, como cuando en el marco de una pareja un joven obtiene fuerza y autoconfianza para encarar mejor su vida.
En otros casos puede minar lo poco que se había construido sobre la propia identidad. Ejemplos de esto son las parejas donde uno de los miembros toma el rol del "criticador" y está constantemente diciendo cosas como: "estás gorda, tendrías que anotarte en un gimnasio" o "sos un tipo con pocas ambiciones, así no vas a llegar a ser nadie". Cuando el que es criticado no se conoce ni se valora a sí mismo lo suficiente permite que esto suceda, y se construye así una relación destructiva para ambos.
Otros jóvenes no llegan a constituir una pareja de este tipo, aunque los efectos pueden ser los mismos, basados en lo que imaginan que "los otros" pensarán o valorarán. Cuando decimos "los otros" podemos estar hablando de los hombres o de las mujeres en general, o también de grupos más específicos, como por ejemplo "las chicas que estudian carreras universitarias" o "los chicos que se mueven dentro de tal círculo".
Basados en esas suposiciones algunos jóvenes ponen mucho empeño en ser, o al menos parecer, lo que suponen que está bien y que va a gustar: "tengo que ir más lento, dar una imagen de chica recatada" o "tengo que parecer simpático, pero no tanto para que además resulte interesante e inteligente". Cuando los resultados esperados no llegan, esto produce mucha frustración y aumenta la preocupación por saber qué es lo que hicieron mal, qué tienen que seguir cambiando.
Es importante para los jóvenes comprender que conformar una pareja es algo importante, pero que no es lo único importante en el proceso de crecimiento. Hay otras áreas de la personalidad que también tienen que crecer, y que posiblemente faciliten la conformación de un vínculo: avanzar en los estudios y/o en el trabajo, relacionarse con la familia de manera más adulta, mejorar las habilidades sociales, tener amistades duraderas, conocer el propio cuerpo y la propia personalidad y lograr aceptarlos.

¿Anteojos o anteojeras?
Otro factor que tiene gran incidencia en las dificultades para establecer una pareja tiene que ver con un nivel más personal, que hace que cada individuo sea distinto de los demás: las creencias. Generalmente las ideas que tenemos acerca de nosotros mismos, de cómo somos y de lo que esperamos de nosotros mismos y de los demás, tienen raíces muy profundas.
Todo lo que vivimos va formando un entretejido de ideas, sentimientos y valores que va definiendo nuestra personalidad y nuestras expectativas. Paula tiene problemas para encontrar pareja. Cuando nos adentramos en su historia, podemos comprender mejor lo que está pasando: Paula estuvo enamorada una vez, pero su novio, Franco, pensaba que estudiar no tiene sentido en un país como el nuestro donde hay tan pocas oportunidades para los profesionales. A ella comenzaron a molestarle estas ideas de Franco, hasta que decide terminar con la relación. De ahí en más le cuesta estar en pareja porque, según dice, está buscando a una hombre que tenga tan altas ambiciones profesionales como ella.
La creencia de Paula, que fue transmitida en su familia de generación en generación, es que sólo las parejas en las que ambos miembros le dan mucha importancia a la profesión pueden prosperar, y sus aspiraciones son tan altas en este sentido que no hay nadie que llegue a cubrir sus expectativas. Como puede verse, las creencias operan como herramienta de selección, indicándonos a quién mirar y a quién no y cuáles son las relaciones correctas y cuáles no, siendo a veces tan rígidas que llegan a impedir un vínculo.

Clics modernos
Todos estos factores se enmarcan necesariamente dentro de un tiempo y una cultura determinados. Nos encontramos con que estamos inmersos en una sociedad que tiende mayoritariamente al individualismo, donde se privilegian el éxito profesional y los logros económicos por sobre las relaciones familiares. Las reglas y los "deberías" con respecto a la vida amorosa han variado mucho y hemos avanzado en la superación de prejuicios, lo cual ha tenido una influencia directa en el cambio de las conductas vinculadas a la pareja. El problema está en que en ocasiones estos logros han provocado desajustes y cuando esto se produce dificulta también las relaciones personales.
En resumen, aún nos resulta difícil encontrar un modelo intermedio, donde podamos ser más libres, gozar del sexo y avanzar en nuestras profesiones dentro, y no fuera, del marco de una pareja.
Fundación Aiglé


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