Año CXXXIV
 Nº 49.118
Rosario,
miércoles  16 de
mayo de 2001
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Rebelde con causa
Abordaje terapéutico en niños con déficit atencional

Saúl Julio Solzi (*)

El déficit de atención (DA) es un cuadro patológico al que se está considerando como un espacio cada vez más importante en la temática de las familias y las escuelas. Su presencia es significativa porque las manifestaciones involucran la conducta y el aprendizaje. Las alteraciones que se presentan trascienden el hábitat familiar o escolar e ignorarlas no es ni más ni menos que condenar a ese chico a un circuito deteriorante de crisis familiar, desventajas en sus adquisiciones académicas y por ende a su futura inserción social.
En este momento la aparatología de investigación médica disponible es escasa, por lo cual el acercamiento a la evaluación del funcionamiento cerebral se debe hacer por medio de pruebas clínicas y psicológicas.
Al salir del medio familiar y confrontar con otros niños es cuando el DA se hace más evidente de modo tal que la escuela es quien detecta generalmente las dificultades en la atención, la hiperactividad y la impulsividad que caracteriza al cuadro.
El trabajo terapéutico debe basarse en un diagnóstico correcto al que se llega abordando al paciente interdisciplinariamente e incluyendo en la evaluación, como datos muy importantes, la preocupación de los padres y docentes que son quienes provocan la consulta.
Este diagnóstico debe informar con precisión cuáles son las características predominantes del cuadro para luego ocuparse con urgencia de los aspectos que así lo exigen, sin descuidar los síntomas complementarios que se presentan.
Es importante considerar que las dificultades que el paciente presenta no son producto de situaciones controlables, no son vagos ni maleducados, tienen un difícil problema que los aqueja y que requiere el respaldo de padres, docentes y terapeutas para revertir la afección.
El tiempo es un elemento importantísimo en el tratamiento, cuanto antes se aborde mejor será el pronóstico.

Medicamentos, ¿sí o no?
Una de las cuestiones que preocupan a los padres es el uso de medicamentos, sus ventajas y desventajas. La respuesta no es siempre o nunca, tendrá que estar relacionada con una multiplicidad de elementos a tener en cuenta. Es la mesurada apreciación profesional basada en el conocimiento, la experiencia clínica y el seguimiento del paciente lo que da la respuesta indicada sobre el uso de la medicación correcta.
En relación al abordaje farmacológico se sabe que si bien fueron detectados niveles bajos de dopamina en el líquido cefaloraquídeo de pacientes con DA, también los niveles de otros neurotransmisores (noradrenalina y serotonina) eran inferiores, lo que llevó a descartar la teoría que hace hincapié en el déficit de dopamina.
Este conocimiento convalida el uso de medicamentos estimulantes que elevan la baja oferta de neurotransmisores en las neuronas cerebrales, preferentemente en la corteza prefrontal y áreas motoras, incrementando de esta manera la actividad o alerta del sistema nervioso central.
Hay básicamente dos grandes grupos de medicamentos a utilizar: medicación estimulante y no estimulante. Dentro de los primeros el metilfenidato es el más común y mejor estudiado, utilizado en el 95% de los casos; la pemolina le sigue con el 4% y por último la dextroanfetamina en el 1% restante.
El uso desde hace décadas del metilfenidato brinda la tranquilidad de un fármaco probado con casi escasísimas contraindicaciones, sin efectos adictivos, sedativos ni de acostumbramiento. Sólo en contados casos puede producir dificultades del sueño, del apetito o alteraciones en la frecuencia cardíaca o del humor; manifestaciones fácilmente reversibles en un contexto de control terapéutico al regularse o interrumpirse su ingesta.
Desde hace años se intenta encontrar una fórmula de administración del metilfenidato en dosis diaria única ya que la que actualmente se encuentra en el mercado argentino tiene una vida útil de sólo 4 horas y en oportunidades es necesario repartir las dosis en dos o tres tomas, lo que significa un inconveniente para niños que se encuentran separados del ambiente familiar por muchas horas.
Esta búsqueda de un metilfenidato de larga duración-efecto se encuentra en plena prueba clínica en EEUU. sin contar aún con la autorización de la FDA (Food and Drug Administration).
Los otros medicamentos estimulantes como la pemolina, si bien cuentan con una vida media útil en el organismo de 12 horas tras su ingesta, es necesario monitorear la función hepática del paciente durante el tratamiento y sus efectos indeseables son más frecuentes. En tanto, la dextroanfetamina es difícil de conseguir en el mercado farmacéutico local, lo que restringe su uso.
En el otro gran grupo de los medicamentos no estimulantes se encuentran los antidepresivos (tricíclicos, inhibidores de la recaptación de serotonina o inhibidores de la monoaminooxidasa) todos fármacos de segunda elección en el tratamiento del DA o en aquellos pacientes con tics o que no hallan respondido a la medicación estimulante.
Los recursos farmacológicos disponibles son variados y de ser necesarios pueden servir de apoyatura a los tratamientos psicológicos, psicopedagógicos, fonoaudiológicos.

Padres y docentes
Las entrevistas con los terapeutas, los talleres de reflexión con discusión y aprendizaje son los espacios adecuados que se les puede brindar a los padres y docentes para ser escuchados y comprendidos, con la mira puesta en hallar métodos adecuados para ayudarlos a construir estrategias aptas para evitar un ambiente doméstico o escolar conflictivo y de crisis creciente. Lo que se puede hacer frente a una persona con DA es mucho si se comparten responsabilidades.
(*) Psiquiatra


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