Año CXXXIV
 Nº 49.115
Rosario,
domingo  13 de
mayo de 2001
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Entrevista con el escritor británico
Brian W. Aldiss, un viejo lobo de la ciencia ficción
De paso en Argentina para asistir a la pasada Feria del Libro, el autor de "Frankenstein desencadenado" reflexionó sobre la situación del género y sobre el cuento del que tomó Steven Spielberg su última película

Fernando Chiapussi

Lo que al principio había parecido un despropósito -traer a la misma Feria del Libro a dos conocidos escritores del género- terminó siendo casi un acto de previsión: Ray Bradbury canceló su visita por problemas de salud justo cuando Brian W. Aldiss, el otro convocado, llegaba a Buenos Aires. El británico conversó sobre el estado del género y el largo viaje de uno de sus cuentos para convertirse en la próxima película de Steven Spielberg.
La espigada y desprolija figura de Brian Wilson Aldiss (1925) camina por los pasillos de la Feria con una estampa muy lejana a la que se supone podría tener una leyenda literaria. Un saco muy arrugado, zapatillas deportivas y el gesto de un estudiante ante lo desconocido, saluda con amabilidad y sorprende con su veterana lucidez, sólo comparable a su inveterado buen humor.
Si bien no es tan conocido fuera del género como Bradbury o Ballard, Aldiss es a esta altura una leyenda viviente: desde la publicación de su primer cuento en 1954 ha escrito algo más de cuarenta volúmenes entre novelas, cuentos, ensayos y una famosa historia de la ciencia ficción, "Billion year spree" (1973, corregida y aumentada en 1986). Veterano de la Segunda Guerra Mundial (combatió en el frente del Pacífico), el autor de "Frankenstein desencadenado" se dedica a la ciencia ficción desde antes que recibiera ese nombre: "en mi vida he escrito entre trescientos y cuatrocientos cuentos", dirá en un momento de la entrevista, haciendo evidente que conoce todos los vericuetos del género.
No obstante, Aldiss está en plena forma y continúa produciendo, así como compilando antologías y reseñando el trabajo de otros escritores. También tiene una serie de novelas fuera de la ciencia ficción, de carácter autobiográfico como "A soldier erect" (1971), donde refleja los seis años que pasó en el Ejército británico.
Pero Aldiss sabe que será recordado por ayudar a que un género popular, destinado a los libros de bolsillo y las revistas de papel barato, fuera considerado literatura. Desde el principio, sus libros pusieron un acento inusual en la calidad de la prosa, al punto de recibir críticas de los fans más "ortodoxos" por la poca plausibilidad científica de algunas de sus historias. Pero al preocuparse menos por detalles de ingeniería, gente como Aldiss o el propio Bradbury ayudaron a expandir los límites de la imaginación. Y cuando en los años 60 una nueva generación de escritores británicos como James Ballard, Barrington Bailey o Thomas M. Disch redoblaron la apuesta desde la revista New Worlds, decididos a explorar los límites de "espacio interior" tanto como los confines del exterior, Aldiss fue un padrino natural del movimiento.
Incluso se abocó al experimentalismo de sus compañeros con novelas como "A cabeza descalza" (1969), donde describe el efecto causado por el uso de drogas alucinógenas como armas de guerra en una Europa desvastada, echando mano de recursos estilísticos nunca probados en el género como el monólogo interior.
Aldiss se encargó, sin embargo, de aclarar que él no formaba parte de la entonces llamada new wave: "ya era un veterano y me preciaba de ser un escritor independiente", dice. Pero recuerda con cariño cómo consiguió que el British Art Council, en un gesto inédito hasta entonces, subsidiara la revista -sumida en problemas económicos- hacia 1967, cuando comenzó a dirigirla su amigo Michael Moorcock. "¡En ese momento nadie pensaba que el Estado iba a dar dinero a la ciencia ficción! Pero empezamos una campaña y conseguimos que gente respetable como Kingsley Amis escribiera al Council planteándoles la cuestión. Así que Michael y yo fuimos a ver al tipo del Council, que se llamaba Lord Goodheart y, haciendo honor a su nombre, era una buena persona. Un tipo muy gordo y corpulento, que enseguida nos dijo: ¡Por supuesto! ¿Cuánto necesitan? Recibimos alrededor de 1.500 libras para cada edición mensual, y así New Worlds se transformó en una revista más grande, a todo color y con más páginas".
El cambio no pudo ser más oportuno: los Beatles editaban Sgt. Pepper's y la ficción psicodélica de la revista se reproducía en otros terrenos. "Londres estaba despertando, y de pronto había chicas bonitas en minifalda por todas partes: surgió el llamado swinging London", rememora el autor. "Creo que la píldora tuvo mucho que ver con eso. Fue un momento muy interesante a nivel cultural, y la vida se volvió mucho más excitante y sensual".

De Kubrick a Spielberg
A partir de allí Aldiss continuó su propio camino, con abundantes menciones a sus predecesores: así, Frankenstein desencadenado jugaba con los personajes de aquel mito moderno, e incluía entre ellos a su autora Mary Shelley. "Frankenstein es la primera novela de ciencia ficción, pero muchos todavía creen que es una historia de terror", dice, y no le falta razón. "Hasta los ignorantes de la librería virtual Amazon la han puesto bajo ese rótulo".
Aldiss haría similares experimentos/homenajes con H.G. Wells ("La otra isla del Dr. Moreau") y Bram Stoker ("Dracula unbound"). "Frankenstein desencadenado" tuvo también una versión cinematográfica a cargo de Roger Corman, el rey del cine de clase B. La película era mediocre, pero en estos días el cine le está dando revancha a Aldiss: su cuento "Los superjuguetes duran todo el verano" es la base de "Inteligencia artificial (A. I.)", la última película de Steven Spielberg. En el medio flota la sombra de un amigo común: Stanley Kubrick, interesado en ese texto desde su publicación original, treinta años atrás.
Kubrick quiso conocer a Aldiss cuando éste lo elogió como "el gran escritor de ciencia ficción de nuestro tiempo" a partir de sus películas "Dr. Insólito", "2001" y "La naranja mecánica". "Después de un par de almuerzos y como la pasábamos muy bien, me invitó a su mansión y allí me dijo que había leído ese cuento -era un gran conocedor del género- y quería convertirlo en una película. Le dije que no iba a lograrlo porque el texto era demasiado breve, apenas una viñeta, pero él me recordó que lo mismo había hecho con el cuento de Arthur Clarke, "El centinela", para "2001". El tiempo nos demostró que los dos estábamos equivocados: él en pensar que podía hacerlo, y yo por creer que no era posible".
Durante un tiempo, Aldiss y Kubrick trabajaron juntos en el guión, pero no llegaron a un acuerdo: "él quería que el chico androide del cuento, David, se convirtiera en un niño de verdad. Y a mí me parecía una mala idea, así que terminó sacándome del proyecto". Los años pasaron, Kubrick hizo otras películas y murió sin poder concretar un guión definitivo, en el cual se sabe trabajó en forma discontinuada durante décadas. "Entonces apareció Steven Spielberg, que había sido amigo de Stanley y quería terminar el proyecto para honrar esa amistad. Yo había intentado recuperar los derechos, pero leyendo la letra chica del contrato descubrí que éstos pertenecían "para siempre" a Kubrick y Warner Bros... lo que viendo cómo terminó el asunto no fue tan malo, ¿no?".
El cuento original era la historia de David, un niño androide que no tiene conciencia de ser tal. "Leyéndolo de nuevo en 1999, treinta años después de haberlo escrito, me di cuenta de cuán fácilmente podía extender la historia. Así que escribí una continuación, llamada "Los superjuguetes cuando llega el invierno", y Jan Harlan, que había sido productor y cuñado de Kubrick, se la mostró a Spielberg, quien se mostró interesado. Entonces le escribí una breve carta sugiriéndole una manera de terminar la historia. Al contestarme, Spielberg me dijo que le había gustado mucho una frase de mi carta y que quería comprarla. Algo muy inusual: ¡esa frase me valió más dinero que lo que cobro habitualmente como anticipo por una novela! Así que escribí un tercer cuento incluyéndola".
Los tres cuentos serán publicados en Estados Unidos en junio próximo, en coincidencia con el estreno de la película, que llegará a la Argentina en septiembre.
El cine, de esta manera, ha insuflado al autor de Invernáculo un entusiasmo por el género que ya creía perdido: "en los últimos años, la ciencia ficción se ha convertido en una profesión análoga a la ingeniería o a trabajar en la Bolsa de Valores. En nuestra época había otra mística, porque el género no era tan conocido. Pero el cine, cuyos productos antes eran despreciados, ha pasado a brindar películas brillantes como "Alien", o "The Truman Show", una película magnífica que además es ciencia ficción genuina". La llegada del siglo XXI -tantas veces anticipado por Aldiss- no ha terminado con el género: el cine se lo ha apropiado, y a los 75 años este británico camina a su mismo ritmo, insuflándole de paso un poco de su aliento creador.



"En ciencia ficción antes había una mística".
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Obra traducida
Los superjuguetes duran todo el verano
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