Año CXXXIV
 Nº 49.104
Rosario,
miércoles  02 de
mayo de 2001
Min 8º
Máx 14º
 
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Editorial
El IVA y los diarios

Como consecuencia de la generalización del impuesto al valor agregado (IVA) a los medios de prensa, a partir de la edición de la fecha el precio de tapa de La Capital se ha modificado. Tomando en cuenta que el principal compromiso que sostiene este diario no es otro que el que cotidianamente renueva con sus numerosos lectores, se torna necesario realizar, al respecto, ciertas fundamentales precisiones.
Tal como es de público conocimiento, en los últimos tiempos, atento a la crisis económica que afecta al país, y por ende a la provincia de Santa Fe y a la ciudad de Rosario, el Decano de la Prensa Argentina había dado curso concreto a una tendencia que se presentaba como ineludible: la rebaja de su precio de tapa. Haciendo un esfuerzo en todos los niveles, y sin que la calidad del producto ofrecido decreciera -por el contrario, día a día el objetivo es mejorarla-, resultó posible implementar la notoria disminución en el costo, sin dudas para beneficio de la comunidad toda.
Es que resulta casi perogrullesco hacer a esta altura mención de la significativa importancia, de la alta trascendencia que para toda sociedad que se precie de ser civilizada revisten los medios de comunicación, y primordialmente -por ser intransferible vehículo del idioma- la prensa escrita. Sin embargo, las recientes medidas económicas ignoran de modo taxativo todo esto y, en el medio de la mayor recesión de la historia nacional, aplican sobre sectores neurálgicos de la vida cultural del país una gabela tan cuestionable como desmedida.
La Capital no tiene, lamentablemente, otra salida que la presente, que obliga a revertir la saludable tendencia descripta con antelación. El incremento de su importe, desde luego, no se relaciona en lo más mínimo con los deseos de todos aquellos que, desde un lugar u otro, se encargan de convertir al diario en tangible realidad día tras día. Pero la misma subsistencia del producto se vería de otro modo amenazada por el brutal tributo, impuesto a partir de un criterio que privilegia los números y excluye a la gente.
Que quede suficientemente claro, entonces, el fundamento de la desagradable decisión, y en última instancia, también, a quiénes les compete la verdadera responsabilidad en este caso. Y que se ponga en evidencia, antes que nada, que la principal víctima de la situación no es otra que la misma libertad de expresión, pilar central de la democracia.


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