Año CXXXIV
 Nº 49.101
Rosario,
sábado  28 de
abril de 2001
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Los alternativos se mostraron en plena Pampa Húmeda
Más de 60 empresas participaron de la Fespal 2001, en Chabás. Los chicos se agrandan

El futuro pasa por trabajar con seriedad este tema". La frase marca el balance de los protagonistas de la Feria de Producciones Alternativas (Fespal 2001), que se desarrolló del 20 al 22 de abril en la localidad santafesina de Chabás.
Un encuentro que no dejó dudas sobre el alcance que pueden tener los productos no tradicionales, cuando se plantean modelos de trabajo que parten del asociativismo, sin vender falsas expectativas.
Se trata de no caer en tropiezos, y comprender que son producciones que requieren -en un principio y en su gran mayoría- una inversión considerable. Y al mismo tiempo, alcanzar un esquema de trabajo que permita cerrar todo un circuito que pasa por producir, procesar y lograr comercializarlo. Algo que no es fácil para todos, ya que Fespal mostró productores que aún están en una primera etapa; en la que se tiene la producción pero no el mercado.
La realización de la feria se transformó en el paso inicial, para emprender la lucha contra los molinos de viento.

Los problemas
El clima que impulsó a los 60 empresarios que participaron de la muestra tuvo como objetivo principal encontrar la comunión entre productores y técnicos para comenzar a diagramar una comisión asesora, que se encargue de evaluar problemáticas y plantear soluciones desde lo regional, hasta lo provincial y nacional.
Escala y financiamiento están en la agenda. Así lo comentaba un productor de arándanos, que proponía la creación de una línea crediticia que contemple aquellos productos que no pueden generar rápidamente un ingreso para cubrir la tasa de interés.
Porque a nadie escapa que en cualquier producción frutícola la primera recuperación se comienza a ver al tercer o cuarto año. Nada fácil, pero posible. Según la Asociación de Productores de Orgánicos (Apar), quienes cultivan los arándanos han comenzado a tener ventas en el mercado interno, con una importante expansión de los primeros. Al mismo tiempo, las aromáticas vienen incursionando por el lado de las herboristerías y compañías yerbateras.
Para exportar, como el caso de loa arándanos que se venden a EEUU y Europa, es necesario tener volumen. Y ahí se presenta otro problema, ya que aparte de la cantidad hace falta mayor inversión e incorporación de tecnología. Con 15 hectáreas entre Chabás y Sanford, Apar piensa en montar una planta de empaque y dar un paso adelante en otros mercados, como el de Canadá en América del Norte.

El volumen
Otras producciones, como las aromáticas, deben llenar contenedores para salir al exterior. Por ahora, se puede lograr a través de los exportadores, que las ubican en cargamentos consolidados. Sin embargo, no siempre hay lugar disponible para acomodar una pequeña partida. El asociativismo, para lograr volumen de producción, es la llave para solucionar este cuello de botella.
Por eso, la Fespal puede servir de ente para peticionar conformar una representatividad sectorial, mayor que la de un productor individual. En síntesis, hay que asociarse porque se pueden lograr mayores niveles de inversión y con ello cumplir con determinadas pautas que piden los mercados.

El color púrpura
La última cosecha de arándanos de la Argentina permitió que muchos productores alcancen ingresos de 300 ó 400 mil dólares. Son aquellos que comenzaron con plantaciones hace 4 ó 5 años y tomaron niveles de producción que rondan los 5 mil a 10 mil kilos por hectárea, a precios que durante 1999/2000 no bajaron de U$S 10 el kilo de arándanos y llegaron a alcanzar los 18 y 20 dólares en algún momento.
Hoy el arándano ofrece un retorno neto -descontando el empaque, packaging, y transporte aéreo a EEUU- de 15 a 17 dólares (Noviembre 2000). Producirlos requiere una inversión inicial de 10 mil a 12 mil pesos por hectárea en una primera etapa, ya que luego los costos se atenúan.
Aunque hace mucho tiempo se hable de ellas, lo que pasa con las producciones alternativas es que al ser tan recientes, todo está por hacerse y ni siquiera existen registros ni estadísticas de lo que se ha hecho.
Basta con remitirse a pocos años, para darse cuenta que no era lógico plantear una feria de productos no tradicionales en plena Pampa Húmeda. Durante mucho tiempo faltó seriedad para estos temas. Un ejemplo fue cuando en el Sur de Buenos Aires, se lanzaron a hacer frambuesas y no había cadenas de frío. Es que no todo es color de rosa.
Para acotar la posibilidad de fracaso se trata de tejer redes. Son muchas las variables para atender, y van desde la calidad hasta la necesidad de crear consorcios de comercialización y exportación.
Muchos extranjeros que pasaron por la Fespal notaron esta vocación de elaborar estrategias políticas y comerciales conjuntas. Hasta se dieron el lujo de mostrar el caso de los italianos, con su esquema de regionalización y denominación de origen.



La feria de Chabas reunió productos no tradicionales.
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