Año CXXXIV
 Nº 49.098
Rosario,
miércoles  25 de
abril de 2001
Min 6º
Máx 20º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






La tele en el cuarto de los chicos
Los mensajes que los pequeños reciben desde la pantalla no siempre son los más adecuados. ¿Qué deben hacer los padres?

El "equipamiento básico" de los niños cada vez se complica más: de la computadora al teléfono celular, incorporados en algunos casos a su vida cotidiana, empieza a sumarse la televisión propia. ¿Es aconsejable servirles en bandeja esta nueva oportunidad de despegarse de la vida familiar, de alimentar la pereza mental? ¿Cuándo y cómo procede dar este paso?
Ellos lo consideran como una muestra de respeto a su derecho a la autonomía: disponer de tele propia en su cuarto para elegir a gusto la programación y no tener que ceder ante las preferencias ajenas; ver el partido del año, la película más taquillera o el concierto del siglo sin interferencias.
Para los padres, puede presentarse como una recompensa fácil al buen comportamiento o a los resultados escolares. Los psicólogos y pedagogos miran más allá y recomiendan calibrar la decisión. ¿Por qué?
"Por mera higiene -responde el psicólogo y pedagogo español Bernabé Tierno-. Muchos niños ya tienen ordenador en su cuarto; añadir otra pantalla es recargar de ondas electromagnéticas una superficie que no suele ser muy amplia. Por esto mismo, es fácil que no se respete la distancia aconsejable para ver la televisión, que son dos metros y medio. Pero aun dándose las condiciones ideales en este aspecto, hay que pensar que los padres difícilmente van a poder controlar lo que ve su hijo, y menos todavía reconducir los mensajes que va a recibir. Y, ¿cómo van a evitar que contemple películas que no son propias de su edad o que encienda el aparato a cualquier hora de la noche? Lo mejor es que el televisor esté en una sala común, donde los adultos pueden vigilar los contenidos y cambiar impresiones sobre ellos con los chicos", dice.

La edad adecuada
La psicóloga infantil Claudia Mendieta apunta que esta cuestión depende, sobre todo, de la consideración que tiene ese aparato en el hogar: en algunas familias son todos teleadictos y cada uno quiere disponer de su propia televisión; en otras, se toma con moderación y no importa cuántas pantallas haya en la casa ni dónde. "De entrada, si el niño dispone a todas horas de la tele en soledad, le estamos incitando a que ejercite cada vez menos su propia imaginación, a que sea un sujeto pasivo; fomentamos el individualismo y el aislamiento. Por el contrario, si se ven los programas en familia, sobre todo las series juveniles, puede resultar hasta motivo de educación", dice.
Atender a la petición de los hijos dependerá también de los factores que sólo los padres están en condiciones de evaluar: responsabilidad, madurez, si tiene problemas para relacionarse, cómo marcha en los estudios. "Al niño no hay que darle todo lo que pide -recuerda Bernabé Tierno-. Tenemos demasiado miedo a llevarles la contra. No creo que sea conveniente proporcionarles su propia televisión antes de los 13 ó 14 años. A partir de esa edad, hay que darse cuenta de que la adolescencia necesita una intimidad que hay que respetar. Pero nunca debe ser una forma de calmar el aburrimiento o la soledad, porque a esas edades puede llevarse a encerrarse más en sí mismos. Lo importante es recordar que la televisión nunca debe ser un sustituto de las relaciones entre padres e hijos, sino un complemento", concluye.


Diario La Capital todos los derechos reservados