Año CXXXIV
 Nº 49.096
Rosario,
lunes  23 de
abril de 2001
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La polución daña monumentos romanos

Roma celebró el pasado fin de semana sus 2.754 años de existencia, aunque los gobernantes de la ciudad tienen muy poco por lo que brindar. El reciente derrumbe de un segmento del Muro Aureliano, construido en el siglo tercero para proteger a la Ciudad Eterna de las invasiones bárbaras, revivió las preocupaciones por el estado en que se hallan los monumentos más famosos de Roma.
El Coliseo, la Columna Trajana y el Arco de Constantino se encuentran todos en peligro, sobre todo a causa de la terrible contaminación de la ciudad, a pesar de que se han realizado trabajos de renovación muy necesarios en estas reliquias arqueológicas.
Los expertos creen que las fuertes lluvias que cayeron a mediados de abril dañaron el trozo de 20 metros que se derrumbó el Domingo de Pascua. Por el contrario, el superintendente de bienes culturales de la ciudad, Eugenio La Rocca, consideró en polémicas declaraciones que la "excesiva prisa" por construir el muro en su momento fue causante de los daños que sufrió. El muro, de 19 kilómetros de largo, 19 de alto y tres de ancho, comenzó a ser levantado en el año 270 después de Cristo.

Efectos del tránsito
La defensa soportó los embistes de los bárbaros, los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y diecisiete siglos de historia, pero el tránsito diario en sus alrededores y la polución están contribuyendo ahora a su decadencia.
La Columna Trajana, erigida en el año 105 para conmemorar las victorias de Trajano sobre los dacios, se encuentra en mitad de Foro de Trajano, que una vez albergó lo que quizás puede considerarse como el primer centro comercial del mundo. Decorado con una serie de bajorrelieves que representan las batallas entre romanos y dacios, está hecha de mármol. Por desgracia, éste es uno de los materiales más sensibles a la contaminación, advierten los conservadores, pues el smog lo corroe.
Así como la Columna Trajana, los tres arcos más famosos de Roma están hechos también de mármol. Los bajorrelieves del Arco de Tito, por ejemplo, que se podían ver claramente al inicio del siglo XX, son ahora casi ilegibles a causa de la polución.
No muy lejos de allí, el lugar que fue el más peligroso del imperio romano se ve amenazado hoy por el flujo incesante de los automóviles. Inaugurado por Tito en el año 80, el Coliseo albergaba a más de cincuenta mil espectadores. El monumento más famoso del mundo no es objeto de ningún proyecto de completa renovación para protegerlo de los efectos de los modernos vehículos.



El arco de Constantino, una de las obras en peligro por los efectos de la polución.
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