Año CXXXIV
 Nº 49.088
Rosario,
domingo  15 de
abril de 2001
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El mal tiempo obligó al Papa a celebrar la Vigilia de Pascua en la basílica de San Pedro
Juan PabloII mostró signos de fatiga a lo largo de la liturgia. Hoy imparte la bendición Urbi et Orbi

El Papa Juan PabloII condujo anoche a unos mil millones de católicos del mundo a la temporada más jubilosa del calendario litúrgico de la Iglesia, presidiendo un servicio de víspera de Pascua de Resurrección en la Basílica de San Pedro.
El servicio había sido programado originalmente para la plaza de San Pedro para que pudiera asistir más gente, pero fue trasladado al templo debido al mal tiempo.
El pontífice, que el mes próximo cumplirá 81 años, caminó lentamente ladeándose mientras comenzaba el servicio en el atrio de la iglesia más grande de la cristiandad, donde talló las letras griegas alfa y omega en una vela.
La inmensa basílica, que fue mantenida en la oscuridad, se transformó en un mar de titileos mientras los presentes encendían millares de velas en un gesto que simbolizaba la oscuridad del mundo después de la muerte de Cristo y la luz de la Pascua de Resurrección.
Luego fueron encendidas las grandes luces del templo y el Papa, parado en una plataforma móvil para conservar su fuerza, fue llevado por la nave principal hasta el altar para que dijera misa.
Durante el servicio, al que asistieron más de 10 mil personas, el Papa, usando vestimenta dorada y blanca, bautizó a seis adultos que se convirtieron al catolicismo.
Los seis, cinco mujeres y un hombre, vinieron de Perú, Japón, Italia, China, Albania y Estados Unidos.
En su homilía, la que leyó con una voz firme, clara y relativamente fuerte, el Santo Padre recordó la historia de la Pascua, en la cual dos mujeres fueron a la tumba donde Cristo había sido enterrado y la hallaron vacía porque se había levantado de entre los muertos.
"Qué benditas. No sabían que éste era el amanecer del día más importante de la historia. No podían haber sabido que ellas mismas serían los primeros testigos de la Resurección de Jesús", dijo.
El Papa dijo en su homilía que la Resurrección había cambiado completamente la perspectiva de la historia.
"La muerte da lugar a la vida, una vida que ya no muere. Esta es la verdad que proclamamos con nuestras palabras, pero sobre todo con nuestras vidas. El que las mujeres pensaban que estaba muerto está vivo. La experiencia de ellas se convierte en nuestra experiencia", indicó.
El Sábado Santo fue el tercero de cuatro agitados días que nuevamente han puesto a prueba la resistencia del líder de la Iglesia Católica.
El pontífice comenzó las actividades el jueves, cuando presidió en dos servicios, incluso uno en el cual lavó y besó los pies de 12 sacerdotes ancianos para conmemorar el gesto de humildad de Cristo hacia sus apóstoles en la noche antes de morir.
El viernes presidió el servicio del Vía Crucis en el Coliseo, pero por primera vez en 22 años, no caminó alrededor de la pista con la congregación, sino que se mantuvo arrodillado en intensa oración durante casi todo el servicio, excepto al final.
Hoy, el Papa celebrará la misa de Pascua en la plaza de San Pedro, decorada por quince floristas holandeses con más de 50 mil flores anaranjadas, azules, amarillas y blancas, trasladadas desde Holanda en camiones frigoríficos.
Una antigua tradición que se remonta a la Edad Media y que fue interrumpida durante la época del desplazamiento de la sede apostólica a Aviñón, fue restablecida desde el año pasado con ocasión de esta misa por los maestros de la ceremonias pontificias.
Un ícono de Cristo, venerado en Roma desde el siglo VII, y al pie del cual los Papas anunciaban la aparición de Jesús a Pedro, fue instalado ante el altar de la plaza San Pedro para anunciar el domingo la Resurrección e impartir la bendición Urbi et Orbi (A la ciudad de Roma y al mundo).


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