Año CXXXIV
 Nº 49.088
Rosario,
domingo  15 de
abril de 2001
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Un trampolín para la proyección nacional

Luis Farinello hace 40 años que ejerce el sacerdocio. Estuvo enrolado en el movimiento religioso tercermundista y sufrió la prisión durante la dictadura. Pero este cura obrero, muy popular en el partido bonaerense de Quilmes, alcanzó reconocimiento nacional cuando su rostro cándido se multiplicó en las pantallas de la televisión.
Su primera aparición fue un suceso. A mediados del 95, Mariano Grondona lo invitó a participar en su programa para hablar de los índices de la pobreza, en medio de tensiones sociales cuando la primavera menemista comenzó a mostrar sus frutos marchitos. Farinello hizo un relato estremecedor, apelando al recurso de las parábolas para graficar la desesperación de los indigentes.
Como en un zapping, Farinello saltó de Hora Clave hasta el cambalache de Mauro Viale. "Es cierto que me hice más conocido por la televisión. Hablé once minutos con toda mi alma en el programa de Grondona y ahí creo que comenzó todo", reconoce, pero admite que si bien él representa un gancho mediático, también utiliza ese espacio para su tarea social: "Gracias a mis participaciones en diferentes programas pude conseguir comida para tres mil pibes".
No obstante, se encarga de dejar bien en claro que su asidua participación en las pantallas no puede frivolizar su historia de luchador social. "Mi trabajo desde hace 30 años cerca de la villa, y no la televisión, es lo que me permite ahora construir este espacio político", aclara.
Más allá de que reconozca el efecto amplificador que significa mostrarse en los medios, Farinello dice que siempre buscó la forma de poner un límite a sus participaciones. "En su momento de esplendor, Mauro Viale me ofreció estar todos los mediodías en su programa, pero a mí no me gustaba porque tenía un grupito de personas que parecían bufones. A veces también era peligroso: me sentaban al lado de una vedete con un escote impresionante", dice. Y su frase se corta por una carcajada.


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