Año CXXXIV
 Nº 49.088
Rosario,
domingo  15 de
abril de 2001
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Análisis
La vigilia del radicalismo santafesino

Mauricio Maronna

La eterna interna radical tendrá el domingo la pelea final. Y por la categoría crucero. Tras largos meses de enfrentamientos mediáticos y acusaciones, se sabrá si Horacio Usandizaga seguirá siendo el amo y señor del centenario partido o si, en cambio, Juan Carlos Millet y sus ahora aliados celestes y blancos logran arrancarle la hegemonía partidaria. Algo es seguro: por más que los comicios definan buena parte del destino de la oposición en la provincia, la compulsa no logró moverles un músculo a quienes habitan fuera de los comités.
Una interna cerrada, con un padrón hiperinflado (285 mil santafesinos en condiciones de votar) que se decantará con los casi 80 mil afiliados que, según unos y otros, podrían ingresar al cuarto oscuro, ofrece el mismo escenario que el habitual: quien tenga más aceitado el aparato se llevará la victoria.
Es una paradoja que la guerra de insultos haya cesado desde el mismo momento en que las listas quedaron formalmente conformadas. "Ahora hay que ganar adentro de los comités", dicen desde los campamentos de Usandizaga, Millet, D'Ambrosio y Cáceres.
"Si vota solamente el aparato, la cosa se nos complica. Convergencia tiene diputados nacionales, senador nacional, senadores provinciales, diputados provinciales y concejales. Eso significa que están gastando mucho dinero en punteros y bolsones de comida. Además, tienen la ayuda del gobernador, que le está devolviendo favores al Vasco", denuncian desde la Lista Naranja, aunque a la hora de fundamentar las acusaciones sólo hacen referencia a un pliego que se aprobaría la semana próxima en la cámara Contenciosa Administrativa de Santa Fe. "Reutemann envió el nombre de Luis De Mattía, que no tiene ningún antecedente para ocupar ese cargo y, automáticamente, los rojos anunciaron que apoyarán a Usandizaga", exageran. Nadie cree que un nombramiento defina una elección.
Pero los usandizaguistas no se quedan atrás: "Ellos no pueden justificar ni siquiera cómo es que están juntos. Hasta hace pocos días D'Ambrosio juraba que jamás iba a aliarse con Millet. En vez de Lista Naranja s deberían ser el UPO: Unidos por el Odio", chicanean. Y amplían: "Es escandalosa la compra de voluntades en los barrios, están gastando mucha plata". Pese a la pirotecnia nadie ofrece una prueba de esas acusaciones.
Más allá de la adrenalina que descargan los radicales cada vez que se aproxima una interna, el justicialismo, los socialistas populares y el PDP también están expectantes en conocer los resultados.
Reutemann sabe que no es lo mismo tener como candidato opositor a Usandizaga que a Millet. El Vasco recoge votos más allá de la estructura partidaria, por algo cosechó 600 mil votos en el 91 y cerca de 400 mil en el 95, aunque le dispensará un trato más civilizado en la campaña electoral. "Si el postulante es Millet, van a salir con los tapones de punta, van a hacer campaña acusándome de haber protegido a (Jorge) Massat, me la veo venir", barrunta el Lole sin perder la calma. En uno u otro caso la intuición esta vez no tendría que fallarle a la hora de elegir al postulante peronista: los comicios de octubre son decisivos en su carrera presidencial para el 2003.
El PSP tiene una alianza con el dambrosismo en Rosario y una victoria de los celestes el próximo domingo le allanaría el camino para intentar pelear la Gobernación. Pero si algo caracteriza a los socialistas rosarinos es el pragmatismo. "No es pragmatismo, es prudencia. Nosotros vamos a esperar las internas radicales, y si gana Usandizaga, vamos a hablar con Usandizaga...", admite una calificada fuente pesepista.
Para los demócratas progresistas la lectura es más simple: se entusiasman recordando que la lista de candidatos a diputado nacional sacó 300 mil votos en los comicios del 99, cuando el candidato de la Alianza era Millet.
A una semana de las elecciones todos los colores de la acuarela radical se adjudican el triunfo. Pero otra paradoja no deja de sorprender: parecen haber olvidado lo que fue el latiguillo preferido del 2000: el 66% de los votos que la carta orgánica le exige a un senador nacional para ser reelecto. Cuando se los consulta, desde el usandizaguismo replican que ese porcentaje no es necesario en el caso del Vasco porque se tratará de la primera elección con voto directo. En los campamentos naranjas las respuestas son más políticas: "Si salimos a reclamar ahora van a decir que estamos perdiendo y tiramos manotazos de ahogado".
Al fárrago de palabras y especulaciones le faltan solamente siete días. Después de la interna, la UCR santafesina deberá empezar a trabajar seriamente para despejar en los hechos una mítica ocurrencia de autor anónimo. Esa que dice que para los radicales la tarea de gobernar es un episodio molesto que sucede entre dos internas.
Para ganar alguna vez la provincia de Santa Fe no deberán romperse ni doblarse, pero sí abandonar el estado de interna permanente que, desde el 89, le regala el centro del ring y las luces del poder al justicialismo.


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