Año CXXXIV
 Nº 49.077
Rosario,
miércoles  04 de
abril de 2001
Min 18º
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cartas
Crimen ecológico

A propósito de la devastación de las lenguas que se practicará en Tierra del Fuego, escribo: semidiós, en la Tierra. Vives sin pedir nada, en cambio todos los seres de este mundo dependen de ti. Dando vida y seguridad a los que te rodean, los proteges del sol ardiente, de la copiosa lluvia y del crudo invierno. Buscas las alturas para encontrar pureza, te elevas sobre ti mismo, pero arraigado en la Tierra prefieres quedarte en ella para entregarnos todas tus bondades. Como pago a tanta caridad, con dolor recibes calladamente el desprecio del ser humano, el peligro de tu propio existencia y desaparición. Sé que me presientes cuando me acerco para contemplar tu majestuosa belleza, que me permite gozar de tu vivificante sombra, del exquisito aroma de tus flores, del aire puro que me entregas, de tus frutos y esencias para mitigar nuestras dolencias. Hasta tu sano cuerpo, que a veces como leño nos da calor, convertido en madera nos acompaña hasta la eternidad. Mudo testigo de los avatares de este mundo, soportando las inclemencias de la naturaleza y el hombre, permaneces de pie, como un signo de vida, evitando con tu presencia el desierto de la nada, en que se convertiría la tierra si llegas a desaparecer, por culpa del insensato humano que va eliminándote a pesar de darse cuenta del desequilibrio ecológico que va creando y el exterminio al que nos está conduciendo. Ruego al Todopoderoso, para que el humano modifique su estupidez y se dé cuenta de que el planeta sólo seguirá existiendo, si tu presencia se multiplica con creces.
Rodolfo Eduardo Köhler


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