Año CXXXIV
 Nº 49.047
Rosario,
lunes  05 de
marzo de 2001
Min 28º
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La locura de jugar fútbol con un sol mortal

"Un médico ahí". La frase que popularizó el ex presidente de la Nación Raúl Alfonsín en sus discursos de campaña en 1983 bien podría reeditarse para ser utilizada en los distintos estadios de fútbol, ya que ayer el agobiante calor quebró la entereza física de espectadores, jugadores y árbitros. Los desmayos se sucedieron en las tribunas y en los campos de juego. Como los que sufrieron cinco simpatizantes en el Cilindro de Avellaneda mientras se disputaba el partido entre Racing y Boca, y como el desvanecimiento que padeció Luis Alfonso, juez principal del cotejo que sostuvieron en Tiro Federal y Douglas Haig en la cancha de Argentino.
Está claro que la temperatura no entiende de pasiones. Pero sí es cierto que los responsables de la organización del fútbol argentino deberían apelar al sentido común y reprogramar los encuentros en horarios en los que no se ponga en riesgo la vida de las personas. Porque esto también es inherente a la seguridad de los espectáculos.
Si bien es una ingenuidad solicitarle a los directivos de la AFA una planificación lógica, sabido es que las altas temperaturas que se registran desde diciembre fueron suficiente antecedente para modificar el horario de los cotejos.
O acaso aún no se dieron cuenta que es inhumano jugar con temperaturas que superan los 36 grados y con sensaciones térmicas que quebraron la barrera de los 40 grados centígrados. Ayer se registró en Buenos Aires la temperatura y sensación térmica más elevada de los últimos diez años para el mes de marzo, con 35.9 a las 16.05 y una térmica de 44 grados a las 15.
La temperatura no entiende de pasiones. Y parece que los directivos tampoco, porque si lo comprendieran ya habrían replanteado los horarios para jugar en condiciones menos adversas.


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