Año CXXXIV
 Nº 49.046
Rosario,
domingo  04 de
marzo de 2001
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Insólita trama de sexo y violencia en una causa judicial
Denuncia por amenazas a una mujer policía que ofrece servicios sexuales
La presentación fue realizada por una joven de 24 años, quien dijo haber sido amante de la agente acusada

Paola Irurtia

Una joven de 24 años denunció a su pareja, una mujer policía de la Unidad Regional II que ejercería la prostitución, por haberla amenazado de muerte con su arma reglamentaria. Además afirmó que al dar cuenta del caso en la comisaría 2ª, dos efectivos la sometieron a una brutal paliza.
A partir de la denuncia, la mujer policía fue pasada a disponibilidad. Fuentes relacionadas con la investigación indicaron que, disconforme con esa medida, la mujer reclama que la restituyan a su puesto y amenazó a uno de sus superiores con revelar públicamente el origen de fondos que conformarían presuntas cajas negras de la institución (ver aparte).
El episodio entre las mujeres terminó no sólo con la relación. La denunciante, llamada Andrea, debió abandonar el departamento que alquilaba junto a una amiga a causa de las reiteradas amenazas telefónicas de su ex pareja, quien se jactaba de gozar de impunidad por ser policía. Y también debió dejar su trabajo.

Casa de masajes
El episodio ocurrió a fines de enero, según consignaron los abogados de la denunciante, Francisco Broglia y Pablo Melvin. Andrea y la mujer policía se hallaban en pareja desde hacía varios meses. Durante el primer tiempo Andrea creyó que el nombre de su compañera era Belén y que trabajaba en un comercio, tal como le había dicho al conocerla. Pero al tiempo, y a través de un conocido, supo que su verdadero nombre era María del Rosario Ch., de 25 años, quien trabajaba en la Mutual de Policías situada en Pellegrini y España.
A pesar del engaño, la relación continuó. Poco después, María del Rosario le pidió a Andrea 800 pesos que, según dijo, necesitaba para una operación de su padre. Aunque lo reclamó con insistencia, Andrea no logró que su pareja le devolviera el dinero. Cuando comenzaba a preocuparse, un llamado telefónico la alertó de un nuevo engaño: con su dinero, María del Rosario había puesto una casa de masajes en calle Alem, entre Pellegrini y Montevideo.
Andrea averiguó también el teléfono de la casa: 4261946. Al llamar la atendió la voz de quien era su pareja, quien le informó los precios de los servicios sexuales que ofrecía, hasta que Andrea se descubrió. Después de esa conversación, con la promesa de dar explicaciones, las mujeres quedaron en encontrarse en el departamento de Andrea.
Cuando María del Rosario llegó a la casa, Andrea estaba acompañada por otra amiga, que se quedó en una habitación mientras la pareja discutía en el dormitorio. La pelea fue subiendo de tono hasta que la policía sacó su arma reglamentaria y amenazó a su pareja: "Vos no vas a cagarme la vida, te voy a matar", es la frase que hizo reaccionar a Andrea, según contó a sus abogados.
En ese momento la chica le arrebató el arma a la policía y salió corriendo de su casa. Detrás de ella salieron su ex pareja y la amiga, shockeada por la situación.
Andrea llegó a la calle con el arma en la mano y detuvo a un patrullero para que la llevara a la comisaría más cercana. Las otras dos mujeres la alcanzaron y la agente se identificó ante sus compañeros y le pidió que se quedara. Pero la chica no bajó del auto y con su amiga fueron a la comisaría 2ª.

Golpes en una seccional
En la seccional la recibió la guardia, que al verla con el arma le pidió que la entregara. En cuanto la mujer soltó la pistola, dos oficiales se le tiraron encima y comenzaron a golpear a ella y a su amiga. Según puede recordar, quienes la golpearon, un hombre y una mujer, fueron el oficial Cabrera y el sargento Nácar. Como consecuencia de los golpes, Andrea perdió un diente y su sangre salpicó el escritorio. Según le indicó más tarde otra mujer policía, testigo de la golpiza, su sangre manchó una denuncia por mala praxis contra un centro de salud.
Andrea entró a la comisaría 2ª la noche del viernes 19 de enero. Según indicó, permaneció esposada en una sala hasta pasadas las 14 del sábado. Antes de salir de la comisaría, alguien que se identificó como médico policial constató las lesiones.
Durante la semana siguiente, Andrea recibió amenazas telefónicas por parte de su ex pareja, quien nuevamente le advirtió sobre el riesgo que corría su vida y además le señaló que había recuperado su arma. También le dijo que nadie le haría nada porque era policía.
Días más tarde, Andrea recibió una citación para ir a declarar a la División Judiciales, repartición que lleva adelante las investigaciones que tienen como parte a miembros de la fuerza.
La cédula policial indicaba que estaba acusada con su amiga por hurto de arma reglamentaria y otro hurto, del cual desconoce el origen. Esa denuncia está radicada en el juzgado Correccional de la 2ª nominación y tiene a las tres mujeres como parte.
Andrea asentó la denuncia por amenazas calificadas y apremios ilegales ante el fiscal en feria, Ismael Manfrin, el 27 de enero. La causa quedó radicada en el juzgado de Instrucción de la 7ª nominación.



Francisco Broglia, uno de los abogados de la denunciante.
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