Año CXXXIV
 Nº 49.046
Rosario,
domingo  04 de
marzo de 2001
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El mundo perdido de la Ruta de la Seda

La orden de demolición de las estatuas budistas dada por el mulá Mohammad Omar elimina un patrimonio que se remonta a una cultura única en el mundo, hija del cruce de lenguas y religiones que produjo la Ruta de la Seda.
Por siglos, Afganistán fue una etapa ineludible de la mítica Ruta de la Seda, que unía Oriente y Occidente. Sus altiplanos recibían a los viajeros, que traían sedas y marfiles desde China. Pero no sólo telas preciadas y tallas de lujo transitaban por la Ruta: por ella viajaban también los monjes budistas, en busca de almas para convertir. Muchos siglos antes de que el profeta Mahoma trajera el islamismo inonoclasta, las estatuas de Buda proliferaron por el actual Afganistán. En los primeros siglos de la era cristiana, este país era un dominio budista, y se veía pleno de monjes, monasterios y templos.
En torno al siglo V después de Cristo, los monjes erigieron los Budas de Bamiyán, que hoy, 15 siglos después, están siendo demolidos por los talibanes. El mayor de los Budas de este complejo es la escultura más grande del mundo en absoluto (53 metros de alto, la más pequeña tiene 38). Originalmente el más grande de los dos Budas de Bamiyán era rojo, y el menor, azul. Los rostros eran dorados. Estos rostros fueron destruidos por los islámicos, que consideran ofensivas las representaciones de la divinidad con rasgos humanos (por esto el arte islámico religioso abunda en figuras geométricas, abstractas).
Por los valles de Bamiyán, en las inmediaciones de uno de los grandes ríos de Afganistán, pasaron los ejércitos de Alejandro el Grande, mucho antes de que los Budas fueran esculpidos en la montaña. Después llegarían otros ejércitos, bárbaros, y finalmente, en 1979, arribarían los rusos soviéticos y por último los Talibán, los "estudiantes islámicos" que encarnan al régimen musulmán más intransigente del mundo.
Pero los grandes Budas de Bamiyán no son por cierto los únicos tesoros que recuerdan el pasado legendario pre islámico del país. En el museo de Kabul, hasta hace algunos años, se mostraban colecciones de monedas de oro y plata y marfiles indios antiquísimos, de valor inestimable. Pero en 1993 un bombardeo destruyó el museo, incluyendo las pinturas del siglo XV que lo ornaban. También se perdieron bronces y porcelanas. Luego, gran parte de lo que aún quedaba fue robado por traficantes de arte. El 70% del patrimonio del museo de Kabul está hoy en colecciones privadas o en museos de Medio Oriente y Asia. Ahora, con la orden del mulá Omar, las cosas están aún peor: Ahora tratamos de convencer a los talibanes de que en vez de destruirlos los vendan", explicó el experto Ahmed Hasan Dani.


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