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Apoyo al Colegio Alemán

El 28 de febrero, La Capital publicó un artículo suscripto por el director del Coro Pro Música que, además de insistir en sus recuerdos de juventud, en esta oportunidad, contando con la imprescindible ayuda de su hermano Iván el memorioso, afirmó categóricamente que el Colegio Alemán de Rosario tiene "...una muy bonita penetración nazi...". Semejante infamia agravia a la comunidad educativa en general, y en particular a los suscriptos, que al igual que muchos otros padres ven extendida esa ofensa a sus familiares, dado que permanentemente participan de la vida de la institución donde asisten sus hijos. Cuando ocurrió el lamentable episodio de las pintadas que dieron origen a una serie de artículos, notas y reflexiones periodísticas, la institución lejos de esconderse, como mendazmente le adjudica el destacado músico, asumió el tema con la seriedad que éste merecía. De inmediato, enfrentando el problema, se taparon las inscripciones, se dio intervención al Inadi, se tomó posición pública repudiando el hecho mediante una solicitada, se efectuó una reunión con la Daia y se organizó en conjunto un plan de trabajo para afianzar la formación de los alumnos en el respeto a la dignidad humana, profundizando la toma de conciencia de lo que fue uno de los totalitarismos más tremendos de la historia: el nazismo. Pero, lo más importante, tan lamentablemente poco frecuente en nuestra sociedad, el Colegio, a pesar de ser ajeno al hecho, extremo que nadie puso en duda, pidió públicas disculpas porque había ocurrido dentro del establecimiento. Posiblemente, por el dolor de su recuerdo juvenil, sucedido hace más de medio siglo, el director del Pro Música no tomó conciencia del dolor que ha causado a todos los que somos partícipes de un colegio que, si por algo se caracteriza, a más de la excelencia académica, es por la formación humanística que imparte a sus alumnos. Decir que hay penetración nazi es tratar a la comunidad del Colegio como nazi o complaciente a tan nefasta ideología, y ello es una mentira y una ofensa que no se puede tolerar ni consentir. Si Cristian Hernández Larguía quiere demostrar que aprendió a respetar al prójimo, bueno sería que imite al Colegio Alemán de Rosario y pida públicas disculpas a todos los que nos sentimos ofendidos por tan injusta imputación, porque tiene razón cuando dice que si no se reconocen los errores del pasado, éstos pueden repetirse.
Carlos María Benítez, Héctor Superti, Leopoldo Muraca.