Confirmando un histórico paternalismo, profundizado llamativamente en la década del 90, justo la más gloriosa de su víctima, River derrotó a Vélez por 2 a 0, pero igual que en la goleada del domingo pasado ante Estudiantes, su producción no resultó convincente.
La victoria del conjunto millonario fue legítima, justa e irreprochable, aunque exagerada en la cifra, ya que se trató de un encuentro parejo en casi todo su anodino desarrollo, en el cual Franco Costanzo acabó siendo finalmente la figura, sin superar los seis puntos, tal la medianía y chatura individual del resto.
River fue levemente superior en la primera etapa, a favor de su mayor enjundia ofensiva y de la desequilibrante tarea del delantero Martín Cardetti, quien a los 6 minutos se despachó con un verdadero golazo, definiendo de derecha tras una jugada que hilvanaron entre Zapata y Coudet. Mayor fue su mérito al haber marcado con pierna derecha, en tanto es un jugador netamente zurdo. Cardetti demostró que atraviesa por un gran momento, en especial anímico, y que bien puede ser un remplazante natural de Juan Pablo Angel sin que se note el alejamiento del colombiano.
En ese primer tiempo, los dirigidos por Gallego dispusieron de cuatro situaciones contra apenas una de Vélez, que en el primer cuarto del complemento se adelantó varios metros y puso en serios aprietos a la zaga rival. Para entonces, su entrenador Oscar Tabárez ya había dispuesto dos cambios en el entretiempo, Darío Husain (delantero de punta) por el volante de marca Falcón y Eduardo Domínguez (defensor polifuncional) por el inseguro stopper Emiliano Dudar, superado una y otra vez por el Pibito Saviola.
Los cambios animaron a un Vélez extrañamente pasivo y lento y permitieron que su mejor jugador, el colombiano Jairo Castillo, entrara más en juego y complicara a todo adversario que se cruzara en el camino. Allí apareció entonces la importancia de Costanzo para tapar dos remates muy peligrosos y despejar arrojadamente venenosos centros desde ambas puntas.
Pero a los 30' se acabó el partido. Ortega armó una jugada bárbara con Coudet y el chacho estiró el resultado con un soberbio remate rasante.
Fue una típica jugada de contraataque, muy bien urdida entre Cardetti y Ariel Ortega, cuyo talento irrumpió muy tarde en la contienda, en los últimos diez minutos, para provocar ovación y delirio por parte de su enamorada hinchada.
A los 34 minutos el árbitro Claudio Martín, de floja tarea, expulsó bien al local Fabián Cubero por descalificadora patada de atrás a Ortega y a partir de allí a River se le facilitó todo y manejó el último tramo de partido con total comodidad, casi a su antojo, frente a un ya impotente y demacrado Vélez.
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La Ciudad
