Año CXXXIV
 Nº 49.012
Rosario,
lunes  29 de
enero de 2001
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La lluvia y el viento atentaron contra la octava luna folclórica
Cosquín: Crónica de una noche tormentosa
Peteco Carabajal ofreció lo mejor en una velada signada por el mal tiempo y los errores de organización

U. G. Mauro

Al menos en comparación con este festival de Cosquín del 2001, bien vale la polémica afirmación que dice que todo tiempo pasado fue mejor. Ni siquiera hace falta apelar a un pasado muy remoto; basta buscar uno más o menos cercano, cuando este festival ponía también su acento en el dinero -como se hizo siempre- pero al menos se mantenían en pie algunos principios básicos de respeto por el motivo convocante de este encuentro que ya lleva 41 años. Principios como el fomento a las expresiones más puras relacionadas con la cultura popular y sus manifestaciones folclóricas.
El público presente el sábado último en la plaza Próspero Molina, posiblemente ni se enteró, entretenido como estaba por el excelente recital que ofreció en la apertura Peteco Carabajal, que a pocos metros del escenario se encontraba presente, formando parte de una delegación de la ciudad de Humboldt, Santa Fe, Mercedes Strickler, nada menos que la mujer que inspiró al compositor Sixto Ríos para su máxima creación, el chamamé "Merceditas".
La llegada de la delegación de Humboldt era evidentemente conocida por los estamentos correspondientes a la organización del festival y el arribo de Merceditas era un hecho conocido en los niveles de decisión, pero nadie hizo lo que correspondía y el elenco santafesino -Merceditas incluida e integrado por más de 80 personas- fue condenado a una presentación a las cuatro de la mañana, la que finalmente no se produjo y que iba a ser presenciada por apenas unos pocos que resistieron el temporal que se desató sobre Cosquín a partir de las 24 y alejó a todos de la plaza. Los que porfiadamente suelen permanecer en ella debieron huir cuando un desperfecto técnico, dejó además sin energía eléctrica a toda la ciudad.
Soberbios y carentes del más mínimo sentido de la autocrítica, los responsables de la programación del festival seguramente nunca van a salir a pedir disculpas públicamente por no haber permitido que Mercedes Strickler, un símbolo viviente del folclore, subiera al escenario central, aunque más no fuera por unos breves minutos durante la actuación, por ejemplo, de Ramona Galarza o de los Tucu Tucu, que tienen a esa canción en su repertorio. Lo que seguramente habrá, es un listado tan interminable como inaceptable de excusas superficiales y rebatibles, por no haber cumplido con el rol de promover a quienes forman parte del patrimonio cultural nacional ni con el respeto a una persona de 84 años, físicamente endeble. Aunque la madre que parió la falta de respeto a Merceditas pueda hallarse también en las autoridades de la comuna de Humboldt, que sometieron a esta figura a un peregrinar poco conveniente para una persona de sus años, por puro vedetismo político.
La noche definitivamente estuvo condicionada por el mal tiempo imperante y la programación incluyó a un Peteco Carabajal que optó por no ser la figura del encuentro y volcó sus inspiradas creaciones sin sufrir presiones por el cierre de su actuación, mostrando los temas más nuevos de su repertorio, incursionando en sus éxitos y ofreciendo un homenaje, en la voz de su hijo Homerito, al dramaturgo Homero Cárpena, su suegro recientemente fallecido.
Otra de las muestras de improvisación y falta de criterio tuvo lugar cuando fueron presentados juntos, sin tener nada que ver uno con el otro en sus propuestas, la cantante Ramona Galarza -llegada a este encuentro en su carácter de prócer pero sin nada nuevo que decir- junto al devaluado cantante Guillermo Fernández, aquel surgido de las huestes del programa tanguero de Silvio Soldán en una presentación digna del mejor olvido.
Más coherente fue la actuación del veterano Argentino Luna quien, pese a no contar tampoco con nada nuevo qué decir, mostró una performance prolija en la que contó con el muy interesante trabajo de Lucía Ceresani y el dúo Las Guitarras Sonoras. Más tarde, y mientras el público de la plaza iba buscando paulatinamente refugio en las peñas cercanas y en los puestos de comida, subieron al escenario mayor Los Guaraníes con un homenaje al recientemente fallecido fundador de Los Cantores del Alba, Tutu Campos, con un recital basado en serenatas y canciones mexicanas que caracterizaron la mejor época de ese conjunto.
Por último, cerraron la octava luna del festival Los Tucu Tucu. El tradicional conjunto invitó a subir al escenario al cantante Alberto Oviedo que aportó su voz, de tono casi lírico, y juntos recorrieron todos los éxitos del tradicional conjunto.
Finalmete, en la trasnoche lluviosa, llegaron los artistas menos difundidos, cuando ya se había producido la presentación del notable compositor santiagueño Juan Carlos Carabajal y su grupo El Rejunte, que ofreció los temas de su primer compacto "Pedacitos del alma" en un ámbito inmerecidamente despoblado. Por fin, a las tres de la mañana, cuando volvió la luz al escenario tras un cortocircuito producido en las mismas instalaciones de la plaza, subió la delegación de Humboldt contra las presiones del personal del escenario y Merceditas, con sus 84 años y portando un bandera provincial, apareció ante un público prácticamente inexistente.



Peteco Carabajal revalidó los laureles obtenidos.
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