Año CXXXIV
 Nº 49.012
Rosario,
lunes  29 de
enero de 2001
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Reclaman por la investigación de una muerte

El año 2001 no se inició de buena manera para los investigadores de Homicidios. Ya el primer día del siglo un muchacho de 27 años, Daniel Miranda, fue asesinado frente a su casa de Valparaíso y Pasco. Dos días más tarde un jubilado portuario de 59 años, Manuel Segovia, perdió la vida cuando quisieron robarle la bicicleta y le asestaron una puñalada en el pecho. Una semana después fue el turno de Antonio Medina, un lavador de autos que fue salvajemente muerto de ocho puñaladas en su casa de Lima al 2100.
Medina vivía solo en esa vivienda. Minutos antes de las 6 de la mañana del 10 de enero una vecina escuchó sus gritos: "Vicenta, socorreme que me muero". Cuando la mujer abrió una ventana que desde su cocina se comunica con el galpón donde Antonio lavaba autos lo vio tendido en el piso, bañado en sangre. Le habían asestado ocho puñaladas. Tenía los pantalones bajos, el torso desnudo y los calzoncillos puestos.
Por el hecho, la policía rosarina sospecha de un joven de 19 años al que identificaron como Cristian Faustino Astrada y la hipótesis de los investigadores es que mató a Medina por una deuda contraída por favores sexuales. Sin embargo, hasta ayer no habían podido apresarlo y el crimen seguía sin resolver.
Eso es lo que inquieta a Amalia Medina, hermana de Antonio, quien desde su domicilio en Buenos Aires sostuvo que "a pesar de que la policía me dice que trabaja intensamente en el tema yo no tengo novedades y necesito respuestas".
Amalia había pasado junto a Antonio una infancia sin lujos pero sin necesidades en la casa de calle Lima. Después, hace ya 24 años, se radicó en Buenos Aires y los contactos con su hermano se fueron haciendo cada vez más distantes. "Yo sabía que mi hermano tenía problemas por el alcohol. Desde que tenía 27 o 28 años se dio por la bebida, pero nunca tuvo problemas con nada ni con nadie. Cuando me avisaron del crimen viajé a Rosario y al entrar a la casa me quise morir. Estaba todo destruido, los muebles, las paredes. Todo parecía abandonado".

El entorno
La mujer está preocupada porque "estando tan lejos no puedo seguir de cerca lo que pasa y si esto que fue tan horrendo va a tener una solución". \Amalia dice que no conocía el entorno de su hermano, pero recuerda que el día del velorio "vinieron muchísimos hombres que decían ser sus amigos, muchos de ellos son paraguayos, y se los veía afligidos". Precisamente, según testimonios que La Capital recogió entre los vecinos de Antonio poco después de su muerte, el hombre se reunía con algunos guaraníes a tomar vino aunque "nunca molestaron a nadie, hacía la suya". Todos coincidieron en afirmar que "era buenísimo". \Finalmente, Amalia dijo estar preocupada por "sacar adelante" a su madre y "evitar que alguien se meta en la casa sabiendo que no está ocupada" y se preguntó: "¿Cómo puede ser que no sepamos nada de lo que ha pasado, de que no se haya avanzado en la investigación o no haya nadie preso por la muerte de mi hermano?".


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