Año CXXXIV
 Nº 48.992
Rosario,
miércoles  10 de
enero de 2001
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Aprender a cuidarse
Para lograr relaciones exitosas es necesario quererse a uno mismo y reconocer los sentimientos

La mayoría de las personas buscamos en los otros los elementos para establecer relaciones armónicas y exitosas, sin tener en cuenta que para lograrlo es preciso aceptar que el verdadero vínculo afectivo es el que se tiene con uno mismo: los otros son sólo espejos que lo reflejan.
A medida que uno aprende a quererse, comienza a recibir el afecto y el reconocimiento de los demás. La voluntad de vivir en contacto con los propios sentimientos crea un espacio para la intimidad con otra persona.
Quien no aprende a cuidarse y a quererse, establece vínculos afectivos de necesidad y no de reciprocidad: busca que los otros lo cuiden. De esa manera, con el tiempo, empieza a desarrollar el hábito de complacer a esas personas y de satisfacerlas para no perder su cariño.
Esta actitud, además, suele no dar resultado porque es muy difícil que alguien satisfaga siempre todas las necesidades y, entonces, surgen la desilusión y la frustración. En este punto de la relación, algunas personas intentan cambiar al otro -tarea imposible en la mayoría de los casos- o se resignan a recibir menos atención o afecto del que necesitan.
Para evitar estas situaciones es aconsejable reconocer los sentimientos propios, aun aquellos que parezcan infantiles o negativos, dar prioridad a las necesidades personales y pensar que así se podrán satisfacer también las de quienes lo rodean.

Sinceridad
Si usted está triste puede llorar hasta calmarse, dándose el cariño que necesita. Si un ser querido le pide algo que no quiere dar, dígale no. De esa manera podrá decirle mejor que sí cuando sienta ganas de hacerlo. Cuidar de uno mismo no significa ser autosuficiente ni permanecer aislado. Tarde o temprano es necesario verse reflejado en los otros.
Esta comunicación tiene que tener como objetivo superar los obstáculos y obtener lo que uno desea. Para lograrlo es preciso asumir la responsabilidad de pedirlo. Cuando se dice lo que se quiere y lo que se siente, con sinceridad y sin rodeos, no parece importar demasiado la reacción de los demás.
Aunque resulte paradójico, a medida que se profundiza esta actitud uno se hace más fuerte, se siente más pleno y a los demás les resulta más fácil brindar su apoyo.
Alberto Cormillot


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