Año CXXXIV
 Nº 48.978
Rosario,
domingo  24 de
diciembre de 2000
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De costa a costa
Minicruceros: Proa al este

Laura Vilche

Hasta hace un tiempo hablar de un crucero era palabra mayor. Un proyecto para esos pocos que tienen prolongadas vacaciones o bastante en los bolsillos. Pero hoy subirse a un transatlántico de última generación es posible para quienes no gozan de ninguno de estos dos privilegios. Mini Punta del Este, así se llama el viaje de 3 noches que Costa Cruceros ofreció en dos oportunidades desde Buenos Aires a Punta del Este, ida y vuelta, a bordo del barco Costa Allegra. Una embarcación que aloja a más de 850 personas. De casi 30 mil toneladas, 188 metros de eslora, 410 camarotes (218 externos y 192 internos), dos piscinas (una para adultos y otra para niños) y 3 jacuzzi, sólo por nombrar unos pocos detalles.
Arribar cómodamente y a horario al Puerto de Buenos Aires (avenida R. Castilla esquina avenida de los Inmigrantes, Terminal 3, Dársena B) es posible gracias a las unidades climatizadas de la empresa Vantravel, cuyo servicio está incluido en la tarifa del crucero.
Hay que llegar tres horas antes para zarpar a las 18. En el puerto, personal de Costa indica el lugar donde entregar el equipaje que, luego de realizar el check-in es encontrado por cada pasajero dentro de su camarote. De allí en más, queda realizar breves trámites aduaneros y de migraciones. Uno de ellos consiste en canjear el documento de identidad o pasaporte por la tarjeta Costa: el plástico que todos los pasajeros deben llevar consigo cada vez que quieran salir y entrar del barco, pagar servicios o efectuar compras. Es decir, durante el viaje nadie maneja efectivo. Si se quiere tomar un trago al lado de la pileta o comprar un regalo en el shopping, sólo existe una forma de abonar, y esa es la tarjeta Costa.
Embarcarse, sin más, es el próximo paso. Lo que a primera vista llama la atención es la gran dimensión del barco: una verdadera ciudad en miniatura. Al ingresar, uno siente estar en el hall de un gran hotel. Escaleras y ascensores a un costado, el camino para acceder a los ocho puentes o pisos de la embarcación.
Llegar al camarote es otra sorpresa. Los hay singles, dobles y gracias a las literas, también triples y hasta cuádruples. El diseño es sobrio y el confort abundante. Control individual de la temperatura, TV satelital con 20 canales, room service las 24 horas, teléfonos para llamadas internas y externas (sobre las que conviene tener control ya que el minuto cuesta unos 9 dólares). Cada día se recibe en el camarote el Today ( el programa de actividades del día) y el Noticias Argentinas (información recibida por satélite de las principales agencias), para quienes a pesar de las vacaciones quieren estar al día con lo que sucede en Argentina y el mundo. También se puede disfrutar, sin cargo, el desayuno.
Los costos varían según la ubicación y la capacidad. Las internas van de los 360 a 430 dólares por persona, las externas de 470 a 550 dólares, las minisuites (ubicadas a los laterales del barco y con balcón propio) 640 dólares con balcón y las sofisticadas suites, ubicadas en la proa, a 740 pesos.
Esos precios incluyen la variadísima y múltiple animación que durante los tres días se programa en el barco (bailes, juegos, teatro, música), el uso del gimnasio, la pileta, los jacuzzi y todas las comidas (excepto las bebidas alcohólicas) que son inagotables.
No sólo se puede iniciar el día con un desayuno pantagruélico de frutas, fiambres y panes diversos, en el restaurante o en el buffet (selfservice). Se sigue con el almuerzo; el té, dulce y bocadillos a media tarde; el pizza party; la cena -que en una de las noches se organiza como de gala y bienvenida y el buffet magnífico: toda una fiesta de dulces y frutas que se ofrece luego de la medianoche.
El crucero no es precisamente una ocasión para hacer dietas. Citar sólo el menú de la cena de gala (que en rigor se despojó de etiqueta y sugiere sólo a vestirse elegante), obliga a hablar de unos veinte platos de la más alta cocina internacional. Fantasía de camarones con pimientos dulces es una posibilidad de entrada. Una antesala de un gaspacho andaluz, de las pastas, en forma de cintas al verde de almejas o de las carnes como el pato a la naranja con croquetas de papas o un solomillo de res.
Variedad de quesos italianos e internacionales y todo tipo de postres son otro regalo gastronómico. Entre estos últimos, un mousse de mango o las copas heladas se convierten en una verdadera opción.
Los vinos merecerían una nota a parte. Los hay de todo tipo de cepas y nacionalidades.

Diversión a toda máquina
En el barco hay actividades para todos los gustos y a toda hora. Para los lectores, nada mejor que descansar en una de las confortables reposeras del solarium. Para los amantes del sol, la pileta de agua salada o la alternativa de los tibios y relajantes jacuzzi. Para los que cuidan la línea, hay clases de aerobics y caminatas en proa y un gimnasio modernamente equipado. También hay un salón de belleza con spa incluido.
Permanentemente hay posibilidades de bajar a puerto. Lanchas que salen cada 15 minutos y excursiones programadas son la variante para quienes no les gusta quedarse quietos.
Los amantes del juego pueden gozar del casino, y para aquellos que disfrutan del baile y de los más variados ritmos cuentan con discoteca y bares con música en vivo, y un teatro con espectáculos de nivel internacional.
Justamente sobre los múltiples entretenimientos se explayó Gerardo Ducau, el representante de ventas de Costa Cruceros. Este barco tiene una tripulación de 450 personas donde sólo 50 están dedicados a la animación, entre músicos y danzantes. Esta compañía italiana tiene una cultura afín a la de los argentinos y, acorde con la forma latina de divertirse, organiza todo tipo de divertimentos. La ventaja del crucero es que en el mismo momento puede haber gente en el casino, tomando una copa en un bar, escuchando música melódica en otro, bailando ritmos diversos o comprando recuerdos en el shopping. Distintos climas para todos los gustos.
Por lo visto, el deseo de gozar de, al menos, tres días de vacaciones por cuestiones laborales se pudo realizar con los minicruceros de Costa hacia Punta del Este, por primera vez para los argentinos en este diciembre del 2000. Una posibilidad económicamente accesible, que ofrece a niños, jóvenes y adultos, diversión y, a la vez tranquilidad, manjares exquisitos, bebidas de todo color y el disfrute del más famoso balneario del Atlántico sur, con mansiones de estilo mediterráneo, playas de moda y restaurantes elegantes. Para lo que queda del verano Costa Crucero suma otros periplos (ver infografía).
En enero, pasando también por Punta, se incluye el Brasil clásico, de 9 noches, visitando Porto Belo, Santos, Río de Janeiro y Buzios. Y, uno más prolongado y fascinante: Tierra del Fuego. Un crucero de 14 días, pasando por Montevideo y recorriendo entre los puntos más bellos del sur argentino, Puerto Madryn, Punta Arenas, Bahía Garibaldi, Ushuaia e islas Malvinas.



Para los amantes del sol, la pileta de agua salada.
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