Año CXXXIV
 Nº 48.978
Rosario,
domingo  24 de
diciembre de 2000
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Patagonia: La comarca del río y el mar
Viedma y Carmen de Patagones atraen a pescadores y amantes de la historia. Un circuito de balnearios atlánticos espera ser descubierto a pocos kilómetros

La comarca del río y del mar, formada por la ciudad rionegrina de Viedma y la bonaerense de Carmen de Patagones, es la puerta de entrada a la Patagonia y un buen circuito para los turistas del verano. El río Negro las une y las separa, y los balnearios atlánticos marinos están a 30 kilómetros.
Al llegar a la zona el viajero se sorprende por el espléndido paisaje del río Negro, el menos contaminado del país según los ambientalistas, y el tercero por su caudal.
Los balnearios municipales de Viedma y Patagones, de riberas arboladas, se abren sobre las avenidas costaneras de las ciudades y son los lugares preferidos para los frescos chapuzones del día y las pausas gastronómicas nocturnas.
El cruce del río Negro en una lancha del servicio público de pasajeros, una rutina diaria para los habitantes de la comarca, se convierte en toda una experiencia para los visitantes.
Hay, por supuesto, excursiones organizadas que navegan entre los dos puentes: el moderno y el viejo puente ferroviario que pronto será un museo y también centro de actividades.
Las embarcaciones navegan aguas arriba hasta las frondosas islas, donde siempre hay pescadores de pejerreyes y una fauna fluvial de patos, cisnes y nutrias, bullangueros biguás y pájaros carpinteros de cabeza colorada.
Las dos ciudades tienen museos que reviven episodios de la historia de la región prácticamente desconocidos para los habitantes del resto del país, como el combate naval de 1827 contra los invasores brasileños. De esa lucha hay dos banderas de guerra en el templo parroquial de Patagones.

Playas y buena pesca
En la ribera bonaerense, y por un camino de tierra, se llega al balneario 7 de Marzo, en el amplio estuario en el que confluyen el río y el mar, un buen lugar para la pesca variada donde hay buenas capturas de corvinas, pescadillas y salmones.
Y en la ribera rionegrina una ruta pavimentada llega hasta el balneario El Cóndor, lugar preferido del verano, una villa con paradores playeros, un estadio para espectáculos artísticos y deportivos, un casino y locales bailables.
Estas playas atlánticas de Río Negro son amplias y de suave declive, y en el promontorio del antiguo faro, que puede visitarse, comienzan los altos acantilados que paran los fuertes vientos.
Desde allí, a 30 kilómetros de distancia, está el balneario La Lobería y una numerosa colonia de lobos marinos, cuyas costumbres pueden observarse desde un alto mirador sobre la barranca.
Allí comienza el Camino de la Costa, unos 150 kilómetros bordeando el mar, que atraviesa parajes vírgenes como Bahía Rosas y Bahía Creek, Caleta de los Loros y Punta Mejillón. Apostaderos para pescar tiburones y practicar surf y windsurf.
Dentro del circuito turístico de la comarca también está Bahía San Blas -120 kilómetros al norte de Patagones- considerada internacionalmente el paraíso de los pescadores. Fanáticos de los anzuelos de todo el mundo llegan a esta bahía para experimentar la pesca embarcada del tiburón, acompañados por guías expertos.
Tanto en El Cóndor como en Bahía San Blas, las casas y las cabañas, totalmente equipadas y para cuatro o seis personas, se alquilan entre 40 y 70 pesos diarios. Desde Buenos Aires hasta la zona hay 966 kilómetros por la ruta nacional 3.
El viejo puente de hierro que cruza las aguas del río Negro, uniendo Carmen de Patagones y Viedma, se convertirá en el centro de atracción de un circuito recreativo, cultural y turístico previsto por las dos comunas para el año próximo.
La monumental estructura de 450 metros de largo, con un tramo levadizo que permitió hasta la década del 40 la llegada desde el mar de buques de gran porte, fue construida por la empresa alemana Dyckerhoff-Widmann entre 1928 y 1931, por decisión del entonces presidente Hipólito Yrigoyen. Este puente es de doble uso, ferroviario y carretero, y en su calzada las vías férreas están hundidas en el pavimento, como ocurría en las calles transitadas por tranvías.
En la actualidad son muy pocos los trenes que lo cruzan, porque el servicio ferroviario hacia Bariloche ahora se inicia en la estación de Viedma, situada en la costa sur del río Negro.
Pero muchos viajeros de otrora -sobre todos los mieleros que iban hacia esos pagos- recuerdan la tradición de arrojar monedas al agua cuando el convoy pasaba por el viaducto, porque daba suerte y esperanzas de volver.
Dicen los memoriosos que el puente viejo tenía hermanos mellizos -la misma empresa había construido puentes similares en Alemania- que fueron derribados durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que ahora es aparentemente el único en su tipo en todo el mundo.
Viejas postales de Viedma lo muestran con su brazo levadizo en dirección al cielo, mientras una nave surca el río Negro. Se cuenta que esa maniobra era el espectáculo preferido por los niños costeños.
El puerto de ultramar de Carmen de Patagones declinó su actividad entre 1940 y 1950, y la última vez que funcionó su sistema basculante, para un trabajo de mantenimiento, fue en 1955. Y en los 80, cuando se construyó el puente Basilio Villarino, a un kilómetro y medio de distancia, aguas arriba, el puente viejo ya no fue el único cruce vial sobre el río.
En ese momento el trazado de la ruta nacional 3 se modificó por esa obra, y la septuagenaria estructura de hierro era usada sólo por los habitantes de ambas ciudades, porque es más lindo cruzar por el puente viejo. Un puente que para muchos es la imagen de la comarca Viedma-Patagones. Algo así como su certificado de identidad.

Siete kilómetros fascinantes
Muy pronto este puente será remozado, tendrá una pasarela peatonal y se convertirá en la atracción central de un nuevo circuito. Por ahora los estudios de costos no permiten recuperar su movimiento levadizo, pero esa posibilidad no se descarta, expreso Juan José Tealdi, de la Comisión de Turismo de Viedma.
El funcionario confirmó que se están terminando los arreglos en la antigua sala de máquinas del puente, que será un museo donde se exhibirán elementos del sistema ferroviario de entonces.
Este circuito que tiene en el puente su principal atractivo turístico, se inicia en la costanera de Viedma y finaliza en Patagones, donde se emplazará junto al río un parque recreativo. Y se completará con el cerro de la Caballada, y con las cuevas magaratas, en las que vivieron los primeros colonos españoles a fines del siglo XVIII. En total tendrá siete kilómetros.
Debajo del puente viejo estará el Museo Ferroviario, en el que ya está trabajando la gente del Ferroclub Patagonia, y hasta se proyecta el reciclado de un antiguo barrio de casas de chapa en el que vivían los peones de las cuadrillas que mantenían las vías. Y también habrá puestos de artesanías y comidas rápidas.
El futuro circuito está trazado; los intendentes Gustavo Costanzo, de Viedma, y Ricardo Curetti, de Patagones, ya firmaron los acuerdos, y la comisión que trabaja en el proyecto estima que la señalización y algunas obras estarán listas en el 2001.
Pero el río, el puente, el cerro y las cuevas ya están allí. Los turistas que vayan este verano hacia el sur tienen la posibilidad de ver el nacimiento del nuevo circuito y conocer una parte poco difundida de la historia patagónica.



El puente entre Carmen de Patagones y Viedma.
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