Año CXXXIV
 Nº 48.974
Rosario,
miércoles  20 de
diciembre de 2000
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Los abuelos se van de vacaciones

Llegan las vacaciones y con ellas la preocupación acerca del destino de los abuelos. ¿Con quién van a estar? ¿Dónde? A esto le sucede una gama de alternativas destinadas no sólo a aliviar la soledad de los mayores, sino también la conciencia de los familiares.
Estas inquietudes tienen un fundamento avalado por numerosas investigaciones: la integración social favorece la salud física y mental de los ancianos y promueve un envejecimiento exitoso. Esta es la teoría que expone Karl Pillemer, director del Instituto Cornell de Investigación en Gerontología: Permanecer socialmente integrado hasta el final de la vida es un componente clave de una vejez exitosa, define el especialista.

Agruparse o segregarse
No hay una única manera de envejecer bien, sino que esto responde a patrones individuales, a cómo se ha estructurado el individuo a lo largo de su vida, sentencia Leopoldo Salvarezza, médico psiquiatra, profesor titular de la Cátedra Tercera Edad y Vejez de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
Hay individuos que necesitan estar apegados a su trabajo, a su familia, a sus amigos, a las cosas que ha hecho durante toda la vida, pero hay otros que prefieren tomar distancia con aquellas cosas con las cuales han tenido una relación complicada, agrega el especialista.
Respecto de la conveniencia y los beneficios del agrupamiento selectivo en clubes de jubilados o en grupos de psicoterapia para mayores, las opiniones están divididas. Los defensores sostienen que agruparse evita la discriminación y permite actuar sin ser mirado denigratoriamente, mientras los oponentes consideran que hacer grupos específicos de gerontes favorece la segregación. Si estos grupos se hacen con una finalidad estratégica para que comprendan cuál es su lugar y a partir de ahí se movilicen y se conviertan en factores de poder, es bueno; pero si es simplemente como una cosa táctica para agruparse para no sentirse desprotegidos, no es bueno, opina Salvarezza.
Más allá de las controversias, los emprendimientos de integración social a través del turismo y de otras actividades que organizan instituciones para la tercera edad son algunas de las alternativas que han demostrado tener resultados favorables, al menos para algunos abuelos.
Siempre que se ha logrado integrar al geronte ha sido positivo; viajar, ir al cine o tener un lugar de pertenencia lo favorece porque eso implica tener otras inquietudes o arreglarse mejor, afirma Estella Coldara, miembro de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
De todas formas, aquel que se acerca a estas instituciones tiene un predisponente que hace que llegue a esta edad todavía con inquietudes como para acercarse a sus pares; aquel que ha vivido en el aislamiento difícilmente lo haga, aclara el especialista. Es decir, en estos casos, el bienestar es un incentivo para agruparse, y no precisamente una consecuencia de la actividad social.
En otros casos, las actividades grupales son un recurso que tiene un fin terapéutico claro, como la participación de los mayores en sesiones grupales de musicoterapia, lo cual ha demostrado tener efectos positivos: Los abuelos que participan en las sesiones mejoran tanto la relación con los demás como la imagen que tienen de sí mismos; además, escuchar y producir sonidos estimula y fortalece la memoria y mejora la motricidad, afirma Marcos Vidret, presidente de la Asociación Argentina de Musicoterapia.

Vencer al viejismo
Más allá de los estilos y las actividades elegidas por las personas mayores, es la sociedad misma la que tiene que facilitar el proceso de integración. El conflicto surge, justamente, cuando el deseo de integrarse del anciano es negado por la sociedad.
El viejismo, que es la conducta de discriminación de la sociedad hacia las personas mayores como grupo, tiene efectos perniciosos en muchos individuos y se manifiesta habitualmente en trastornos de salud mental y física, afirma Salvarezza. Y agrega que vencer el viejismo es una campaña a largo plazo que debe empezar en la infancia, para cambiar el sentir de la sociedad por la propia vejez y entender que discriminar en la juventud significa ser discriminado en el futuro.


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