Año CXXXIV
 Nº 48971
Rosario,
domingo  17 de
diciembre de 2000
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Análisis político
Lidiando con la realidad

Jorge Sansó de la Madrid

El gobernador Carlos Reutemann ha comentado con alguien que le han dicho que mientras todavía transcurra este verano el actual ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, reemplazaría a José Luis Machinea en la conducción de la economía del país.
Bien se podrá decir que la versión, porque ese es el cariz que el gobernador le otorga al dato, no tiene nada de novedosa. De no ser porque hoy de quien se habla es de Domingo Cavallo y no de López Murphy. En síntesis, el mismo juego de nombres que viene sonando desde hace mucho. Por ende, nada nuevo.
Hay que advertir, empero, cierto matiz. Hasta ahora se hablaba de los nombres en función del temor a una debacle económica y se especulaba en torno a ellos para evitarla. Sin embargo, cuando aparece ya conseguido el famoso blindaje financiero que se anunciará mañana y que diluirá el riesgo de que el país entre en cesación de pagos, es evidente que el cambio en torno al que se especula se fundamenta en una razón diferente.
¿Qué es lo que va a blindar el FMI con los 30 mil millones? La posibilidad de cobrar por parte de los acreedores de la deuda externa argentina si el país entrara en cesación de pagos. Es decir, los peligros de nuestra economía no han desaparecido pero se supone que habrá cesado la presión acreedora, lo que ha hecho que las calificaciones internacionales no sigan titilando en amarillo (el riesgo país) y con ello bajen las tasas de interés y se generen condiciones virtuosas para el circulante, la inversión y por ende la producción y el consumo.
Nada menos que poner nuevamente en marcha la rueda que lleva más de dos años parada. Si Machinea consiguió el blindaje, ¿por qué cambiarlo? Porque el blindaje es una medida extraordinaria (y no gratuita) que en una economía sana y en crecimiento no hubiera hecho falta, y en este primer año visto está que el ministro no logró recrear condiciones para evitar lo que el sindicalista Moyano define como salvavidas de plomo.
La otra cara del blindaje
Y es que el blindaje exige contrapartidas, medidas duras que recién se conocerían mañana y decisiones políticas para aprovechar el respiro que genera. Es síntesis, la confianza pública que no supo generar Machinea (y en su conjunto el gobierno) ni los resultados que no consiguió con los ajustes sucesivos que aplicó a un costo altísimo para la imagen y fortaleza del gobierno.
El comentario de un peso pesado del peronismo como es Reutemann nada más que repitiendo -podrá decir sin inconvenientes- lo que los diarios han venido publicando, bien puede leerse además como una definición alternativa. Porque también se ha especulado en torno a la falta de estructura político-partidaria para impulsar y sostener a Domingo Cavallo dentro del gobierno de Fernando De la Rúa ante la revulsión que generaría su presencia en la coalición gobernante.
Muy distinto resultaría para Cavallo -a quien sus colaboradores sueñan ver como jefe de Gabinete más que como ministro de Economía- contar con la estructura que no posee mediante el apoyo de gobernadores como De la Sota o Reutemann para sentar las bases de una etapa de emergencia nacional en la que se aplicarían sus recetas de crecimiento mágico. Como sea, Reutemann niega incluso hasta haber hablado últimamente con el ex ministro menemista.
Tomar la mayor distancia de los peligros siempre ha sido una preocupación del mandatario santafesino. Aun cuando Menem consintiera a regañadientes que Cavallo se convierta en salvador (y habría que ver si realmente lo sería) del gobierno de De la Rúa, se sabe que la tirria que le profesa no lo haría mover un dedo para favorecer a su ex colaborador. Aún menos entusiasta que Menem aparece el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf frente a la idea de que Cavallo se convierta en quien sacará al país del pozo que, paradójicamente, profundizó como ministro de Menem.
Ya nadie se acuerda de que Carlos Reutemann fue la primera voz opositora de peso que avaló la reforma laboral cuando la dirigencia gremial peronista y la conducción de su propio partido le decían que sería cuanto menos inocua. Reutemann defendió entonces, a su estilo, que el presidente recién asumido y todavía con todo el respaldo popular, tenía derecho a equivocarse e insinuaba que eso era precisamente lo que él creía que acontecería.
De la Sota, Ruckauf y hasta el propio Menem terminarían a poco de andar adoptando idéntica actitud. El peronismo no podía darse el lujo de aparecer entorpeciendo de entrada las iniciativas del nuevo gobierno que, según se creía, podría representar el cambio tan ansiado.
Para entonces la preocupación del santafesino no era la aprobación de esa norma, sino cómo protegerse de su propia actitud. Una ronda de consultas con los sectores dirigenciales de la provincia le acercó al gobernador la salida: todos creyeron conveniente para ese momento que más allá del resultado de la ley, no había que poner palos en la rueda. De modo que la postura inicial del gobernador terminó legitimada como la enunciación lisa y llana de un pensamiento provincial que él, como mandatario, no hizo más que motorizar. Una suerte de mandato que a la postre lo terminó relevando de cualquier costo político al apoyar una ley que sirvió para poner de relieve el escándalo de la compraventa de votos en el Senado, escándalo que derivó en la denuncia del vicepresidente, pero que hasta el momento no ha servido para bajar la desocupación como se había prometido.
La Declaración de Santa Fe
El miércoles pasado entidades de la producción y el comercio de toda la provincia firmaron la Declaración de Santa Fe. Un planteo formal -presentado primero en Santa Fe y luego en Rosario- en el que piden la reforma constitucional para derogar la ley de lemas, las listas sábana e instaurar elecciones abiertas en todos los partidos. Garantizar la independencia del Poder Judicial elevando a rango constitucional el Consejo de la Magistratura, unicameralidad (o algo parecido) de la Legislatura y reformulación de la actual división política de la provincia, entre otras medidas.
Por supuesto que las ideas de la Declaración de Santa Fe, propicias y auspiciosas como son, debatidas además como están casi todas, deberían comenzar a explorarse de inmediato. Sería para todos beneficiosa cualquier reducción de gastos burocráticos que pueda volcarse a la producción.
El gobernador está informalmente al tanto de esta propuesta, reveló el presidente de Fisfe, Roberto Paladini. Reutemann también admitió que algo le habían anticipado. Es decir, que la cuestión fue conversada con el gobierno antes de que viera la luz pública. La idea de los sectores empresarios parece ser aprovechar -al menos eso le dijeron a Reutemann- las elecciones legislativas del año que viene para elegir convencionales constituyentes.
La Casa Gris sigue sin estar del todo convencida. Una Constituyente funcionando, con asesores, teléfonos, comidas, reuniones, en medio de esta crisis, ¿cómo creen que la gente lo tomará?, retruca el gobernador, mostrándose ajeno por completo a la iniciativa empresaria, que le resultaría tremendamente beneficiosa en términos políticos. Así las cosas cuando en los próximos meses en la provincia se discuta en qué momento se hará la reforma constitucional -si con las legislativas del 2001 o en el 2002-, el gobernador podrá decir que él no la impulsó. Más allá de la sinceridad de Paladini: Reutemann tiene aspiraciones políticas a futuro, y esta propuesta le conviene.
Una cosa es pedir y plantear lo ideal, y otra es lidiar con la realidad. Hay que ver el momento, en la calle nadie me dice que si no hacemos la reforma nos morimos, se cubre el Lole.



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