Año CXXXIV
 Nº 48971
Rosario,
domingo  17 de
diciembre de 2000
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Violencia
Un sábado negro para el ascenso

Un joven hincha de Deportivo Morón muerto y decenas de heridos fue el trágico resultado de una jornada negra para el fútbol argentino, con la peor despedida que el torneo de los sábados podría dar al año 2000.
El cadáver de un menor aún no identificado, hincha de Deportivo Morón, permanecía anoche en el Hospital Paroissien de Isidro Casanova como un mudo testigo de la barbarie, aparentemente alcanzado por distintos impactos durante un grave enfrentamiento entre los partidarios del Gallito y la policía.
Mientras tanto, otro hincha de Morón, identificado como José Luis Chamas, de 24 años, estaba luchando por su vida en el mismo nosocomio, pues se lo estaba interviniendo quirúrgicamente para recuperarlo de las heridas.
Testigos que se hallaban en el lugar, también partidarios de Morón, dijeron que el herido había sido alcanzado por varios impactos de balas de goma y de otro de un arma de nueve milímetros sin orificio de salida.
Además, los jugadores de Deportivo Morón presentaron una denuncia a raíz de una agresión que sufrieron al salir del estadio de Almirante Brown cuando fueron emboscados por un centenar de hinchas locales que atacaron el micro con proyectiles y palos hasta que después de varios minutos llegó la policía.
En el clásico Nueva Chicago-All Boys, correspondiente a la Primera B Nacional, la violencia afloró durante el primer tiempo, cuando hinchas del equipo de Floresta fracasaron en su intento de derribar la alambrada, pero arrancaron trozos de mampostería de los baños y los lanzaron contra la policía.
De tal intensidad fue el enfrentamiento que el árbitro José Méndez debió interrumpir el juego durante varios minutos para que la policía controlara la situación.
Al término del partido el entrenador de All Boys Alberto Pascutti fue agredido con proyectiles por un centenar de hinchas de Chicago.
Otro epicentro de violencia fue el estadio de Quilmes, durante el encuentro ante Defensa y Justicia, enmarcado por un operativo policial de 450 efectivos.
Todos los disturbios tuvieron que ver con la hinchada visitante, que al llegar al estadio equivocó la entrada y se enfrascó en lucha con los uniformados, lo que le costó tres detenciones.
Poco antes del final del partido, los hinchas de Defensa y Justicia volvieron a la carga y procuraron derribar el alambrado perimetral hasta que fueron nuevamente neutralizados.
En el torneo de Primera C, Laferrere-Midland, otro de los partidos esperados con inquietud en materia de seguridad, terminó con una trifulca.
Mientras los hinchas de Laferrere aguardaban dentro del estadio a que se retiraran los de Midland, se entabló un enfrentamiento entre los locales y la policía, que terminó con contusos y varios detenidos.


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