Año CXXXIV
 Nº 48950
Rosario,
domingo  26 de
noviembre de 2000
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La policía alemana desprotege a la familia del niño muerto por neonazis
"Acá, en Alemania oriental, la policía está infiltrada. Vivimos aterrorizados pero no nos doblegarán"

Berlín . - La madre del niño de origen árabe Joseph Abdulla, asesinado hace tres años por neonazis, denunció el hostigamiento que sufre su familia y la complicidad de la policía alemana, que debería protegerlos. Nos han dado la protección policial, pero fuimos amenazados igualmente. Acá hasta la jerarquía policial está infiltrada por los extremistas de derecha. Cuando se trata de extranjeros, la policía no se compromete a investigar. Los neonazis vinieron cuando estábamos dando una entrevista a periodistas alemanes. Comenzaron a amenazar y a cantar himnos nazis, bajo nuestra ventana. Pero aquí, en Alemania oriental, es siempre así, se lamentó ante la prensa extranjera.
Renata Kantelberg-Abdulla, madre del niño Joseph Abdulla, seis años, asesinado en 1997 por una banda de 50 neonazis en una pileta, delante de entre 100 y 250 testigos que nada hicieron, dice que no la intimidarán y que seguirá adelante. Vivimos aterrorizados, pero no nos doblegarán. Mi pobre hijito, torturado y asesinado por los neonazis, debe tener justicia. Renata vive junto con su esposo, ciudadano iraquí, y su hija en el pequeño poblado sajón de Sebnitz.
Como muestra de la actitud de la comunidad frente al crimen de su pequeño, Renata Kantelberg cuenta que el párroco luterano de la ciudad la recriminó por haberlo dejado ir solo a la pileta donde se cometió el asesinato.
El 13 de junio de 1997, Joseph partió para la pileta pública en la que sería martirizado por una banda de unos 50 jóvenes de ambientes neonazis. Estos lo golpearon, luego le aplicaron shocks eléctricos y lo obligaron a ingerir alucinógenos. Posteriormente lo ahogaron en la pileta. Durante todo este procedimiento, ninguno de los alrededor de 250 bañistas que se hallaban en el lugar reaccionó. Posteriormente, y ante la insistente investigación de Renata y su esposo, 17 de ellos dieron testimonios clave, que llevaron a reabrir la causa -cerrada en 1998 como muerte accidental- y, hace pocos días, a la detención de una pareja de 25 y 21 años y de un joven de 20. Los tres pertenecen a ambientes neonazis sajones. La mujer es hija de un concejal democristiano de la ciudad de Sebnitz. Esta ciudad cuenta con apenas 10.000 habitantes y es un pintoresco lugar de vacaciones en la denominada Suiza sajona, sobre la frontera con la República Checa.
Nos quedaremos, se lo debemos a nuestro Joseph, y lo debemos hacer por todas las otras familias en las que uno o ambos padres son extranjeros, por todas las familias a las que cada día los nazis amenazan con asesinarles sus hijos, advierte Renata a sus victimarios.
Pero la mujer no tiene muchas esperanzas, pese a que el caso saltó a los medios nacionales y ha provocado la reacción del gobierno federal. La primera investigación se condujo con pocos interrogatorios, realizados seis meses después de los hechos. Entonces, los testigos no hablaron, tenían temor a los neonazis infiltrados en la policía.

Caso Joseph Abdulla, iraquí
La gravísima denuncia de Renata Kantelberg ratifica la sospecha más o menos generalizada en Alemania Oriental de que las fuerzas del orden público simpatizan con los ultraderechistas y actúan contra ellos contemplativamente. Caso Joseph Abdulla, iraquí, decía la carátula del expediente. Falso, Joseph era alemán como la madre que lo trajo al mundo, y esto demuestra la actitud de las autoridades en la primera investigación del caso.
¿Y qué decir de esos bañistas que no movieron un dedo? Al principio estábamos solos y fuimos a buscar testimonios. Una mujer, que estuvo en la pileta aquel día, inicialmente intentó mentir. Hasta dijo que estaba contenta por la muerte de Joseph: «así hay un extranjero menos». Y sin embargo la convencí finalmente a hablar. Yo, alemana, estoy feliz y orgullosa de haberme casado con un extranjero: los árabes tienen una capacidad espontánea de amar a los niños que demasiados alemanes no poseen. Muchos niños aquí crecen sin amor, abandonados todo el día por las familias. Tal vez por esto crecen como criminales. Demasiado miedo, demasiada indiferencia, demasiada prontitud a plegarse a la fuerza. Había más de cien personas aquel día en la pileta. Reuniendo los testimonios en estos tres años terribles he revivido la agonía atroz de mi hijo. También reviví el otro espectáculo, el de de más de un centenar de personas que no han reaccionado ante las patadas y puñetazos de estos energúmenos a un niño, ante su llanto y sus gritos, mientras lo ahogaban en el agua. Tenían miedo, dieron la espalda: es típico de los alemanes. Mejor no reaccionar, piensan: mejor evitar el riesgo de ser golpeado, la molestia del interrogatorio policial.



Cerca de 1900 neonazis marcharon ayer por Berlín.
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