Año CXXXIV
 Nº 48950
Rosario,
domingo  26 de
noviembre de 2000
Min 14°
Máx 29°
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Análisis político
El nuevo país aún no llega

Jorge Sansó de la Madrid

La Capital
El paro fue masivo. Las movilizaciones, escuálidas. Es decir, los dos extremos de un pronunciamiento que, en medio de la confusión, debería leerse con claridad. El pueblo está agobiado y al límite de sus fuerzas de sobrevivencia y cualesquiera que hayan sido las razones -el temor no pareció un factor tan decisivo- adhirió de modo contundente a la protesta. En los hechos, con persianas bajas y calles desiertas, legitimó el paro advirtiendo al gobierno y a la clase dirigente sobre lo que le pasa.
La huelga, es cierto, fue convocada por las centrales obreras que, sin embargo, también deberán pasar en limpio el mensaje popular: la ciudadanía faltó a sus citas de marchas y actos programados. Su interlocución sigue, al parecer, sin ser del todo convalidada al menos como excluyente. Podrá parecer un prejuicio pero, en verdad, no son pocos los que desconfían de la verdadera pretensión de cambio de una dirigencia sindical a la que no excluye de las reglas con las que se mide a la dirigencia argentina en general.
La oposición faltó al debate e insufló alarma en el peor interrogante: ¿cuál es la alternativa?
Así están las cosas en un país en el que la Alianza está fracasando no por hacer lo que puede sino por verse imposibilitada -por imposiciones externas pero también por incapacidad- de alcanzar aquello que de su gestión se espera.
De acto patriótico calificó Carlos Reutemann su firma al nuevo pacto fiscal con la Nación. Para una cultura como la nuestra en la que la memoria ejerce beneficio de inventario sobre las epopeyas históricas inmaculando intenciones, intereses y hasta conductas como si hubieren sido gestadas por santos y mártires más que por simples seres humanos, el tironeado acuerdo entre el presidente Fernando De la Rúa y los gobernadores peronistas no parece cuadrar del todo con ese excelso parámetro.

Un país unitario
Pero para la cotidianidad política de la provincia, el acto bien parece tener la superlativa dimensión que el mandatario ha querido otorgarle con su generosa adjetivación. En primer término, Reutemann no necesitó de mucho esfuerzo para dar a entender que firmó a regañadientes. En otras palabras obligado por el peso de circunstancias que, dice, le son ajenas a cualquier arbitrio suyo. El Brigadier López no lo hubiera firmado porque esto hace al país muy unitario, remató el Lole para reafirmar un supuesto dolor por su condicionada deserción a la lucha de su libertario antecesor y como si recién se enterara de que la realidad económica argentina desconoce desde hace mucho la prescripción federalista constitucional.
Además de resultar un esfuerzo bizantino e inocuo especular sobre si López habría firmado o no un pacto semejante, es materia de controversia histórica palmariamente exenta de cualquier consecuencia práctica que vaya más allá de la justificación retórica para el momento actual. Por ese lado todo bien, si lo que buscó el gobernador fue un justificativo.
Reutemann firmó un acuerdo que indica la capacidad de maniobra financiera (aunque algunos no lo vean tan perjudicial para las arcas provinciales) de lo que resta de su gestión pero también de los dos primeros años de quien lo suceda. Y lo hizo recién después de haber medido la real incidencia que en el éxito del trámite tendría su lapicera y no la de algún otro gobernador del PJ. Por ello, no resulta incomprensible la salida del santacruceño Néstor Kirchner lamentando la posición de Santa Fe.
Como lo han resaltado todos los medios de prensa, el cordobés Juan Manuel de la Sota apareció militando la firma del acuerdo. El bonaerense Carlos Ruckauf no movió mucho por oponerse, dicen que todo lo contrario. Argumentan en la Casa Gris que ello se debe a que los niveles de endeudamiento de esas otras dos provincias grandes en manos del PJ los hace más vulnerables a los vaivenes de la economía nacional en comparación con Santa Fe.
Esto parece ser cierto en la medida en que algunos otros gobernadores peronistas (el de Santa Cruz entre ellos) habrían buscado en Reutemann el eje articulador de un polo opositor al acuerdo y base de una nueva relación con el poder central en manos de la Alianza. Una jugada que podría haber resultado muy peligrosa.
El santafesino esperó, como siempre hace, y llegó finalmente el llamado del presidente De la Rúa, quien formuló el pedido ahora con visos de favor solicitado para evitar la bancarrota del país. Desde entonces, el Lole no ha dejado de condolerse por la grave situación. Casi tan propicia políticamente para un barajar y dar de nuevo como en 1989, por cuanto la pérdida de poder que registra la administración De la Rúa se habría tornado definitiva con una sensible merma de los atisbos de confianza que todavía le dispensan los organismos multilaterales de crédito.
Con la ley de convertibilidad que requiere de constante financiamiento externo para cumplir con los pagos que, a su vez, nos permitan volver a endeudarnos hasta el día en que en base a ahorro y crecimiento se generen recursos genuinos (¿?) para saldar lo que se debe, y que no puede derogarse porque sus efectos podrían ser igualmente desastrosos en el inconsciente colectivo -lo que la hace hoy una trampa por el lado que se la mire- es comprensible que De la Rúa haya tenido la sensación de haber revoleado un pie sobre el vacío de un enorme precipicio hasta que logró la firma de los gobernadores peronistas al acuerdo sin el que la banca internacional le habría dejado de prestar para poder cobrarle y a cambio lo hubiese condenado irremediablemente a caer.

Rúbrica patriótica
De allí la concepción patriótica que atribuye Reutemann a su rúbrica. No puede arrogarse haber sacado las castañas del fuego (que lejos están de haberse enfriado), pero sí haber contribuido grandemente a ello al desalentar, paralelamente, una posible rebelión de algunos mandatarios peronistas. El Lole podría haberse diferenciado de De la Sota, Ruckauf y hasta de Menem poniéndose a la cabeza de una negativa muy fácil de explicar y que le habría valido con seguridad mucha adhesión de tanta gente que está mal y actualmente desconfía de todas las medidas del gobierno, pero ello habría importado una peligrosa irresponsabilidad, dicen en sus cercanías.
La tragedia de Cañada de Gómez, que por sí sola alejó a las autoridades provinciales, marginó al paro nacional a un segundo plano de preocupación de aquéllas, y fue también todo un testeo para la relación entre la Casa Gris y la Casa Rosada pospacto. La rapidez presidencial en acompañar a los afectados poniendo todos los recursos a su alcance a disposición fue indicio evaluado. De hecho, De la Rúa hubiera podido no viajar y en cambio hacerlo otros funcionarios de su gobierno. Podrá decirse que también aprovechó para sí la oportunidad de presentarse en medio de otra cuestión ajena al tema predominante, pero no lo habría hecho de no mediar la óptima relación que mantiene con Reutemann.
La crisis institucional, cuyos efectos retardados siguen sintiéndose, que le generó al gobierno central la defección del vicepresidente Carlos Alvarez, había generado como contrapartida la reaparición en escena del ex presidente Carlos Menem, para incomodidad de algunos sectores de los partidos del gobierno pero también para los gobernadores peronistas que a diario disimulan en sus provincias los efectos de la política ensayada durante la década del riojano.
Que Menem salga a proponer una ridiculez como una internacional justicialista en la que están interesados los países de Europa o una nueva reforma constitucional, son indicios de cuánto le cuesta al ex presidente hacer duraderos los espasmos que lo acercan y alejan alternativamente de la escena pública nacional.
En tanto todo esto acontece y el paro transcurrió, el acuerdo entre De la Rúa y los gobernadores peronistas se intuye como un parche de coyuntura. Eso es lo que también está queriendo decir Reutemann con sus dudas. Pero ahí la población todavía está esperando y eso acaba de ratificarlo con su conducta durante la huelga.

El rechazo fue contundente
Un plebiscito que el gobierno debería tomar como un contundente rechazo a su tan promocionado relanzamiento de hace demasiado poco tiempo. Visto está que el gobierno de la Alianza requiere con urgencia recomponer su vigor. El peronismo, como principal fuerza de la oposición, no sólo carece de un proyecto de alternativa sino que sus gobernadores no pueden prescindir de ayuda federal. Y que, mientras el descontento sectorial y popular se enseñorea (crisis y protesta no necesariamente tienen un vínculo directo), se requiere imaginar mecanismos para construir una realidad que difiera de la actual.
Regresar de Alemania a la Argentina en esta semana que pasó resulta descorazonador. En Europa siguen sin entender qué y por qué nos pasa lo que nos pasa, lo que puede tener no poco de hipocresía, pero lo que nos debería interesar es cómo un país como Alemania que perdió dos guerras calientes, sufrió una guerra fría, sufrió la lacra del nazismo y lidió con el comunismo que le dividió el territorio, ha logrado recuperarse y convertirse en la tercera economía más sólida del mundo y el sustento y motor de la Unión Europea. En el que un maestro inicial gana aproximadamente 1.500 dólares de salario, un desocupado es asistido por el Estado con el 75 por ciento del sueldo que perdió y en que actualmente se discute (aun en medio de rebrotes racistas) que necesitan entre 250 mil y 500 mil inmigrantes para poder sostener el sistema previsional y de seguridad social actual de aquí a 20 años.
Tal vez a su país le haría falta un pacto como el de la Moncloa en España. En otras palabras, que la dirigencia argentina defina qué país quiere y cómo lo logrará, comentó un representante del gobierno alemán que me invitó a visitar ese país junto a colegas de dos diarios argentinos.
Seguramente una cuestión de delicadeza le impidió agregar también que una vez producidas esas definiciones los argentinos deberíamos ponernos a trabajar en pos de la consecución de ese nuevo país sin que sea necesario tocar fondo como les pasó a ellos. Ahora, cuando todos exhortan al diálogo y al consenso, tal vez sea el momento. Todavía falta responder quién liderará el Mercosur me dijeron en Alemania. Por ahora, la Argentina no parece ser la respuesta.



Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados