Año CXXXIV
 Nº 48950
Rosario,
domingo  26 de
noviembre de 2000
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Opinión: Cara y ceca de una misma huelga
La Capital reproduce las tan disímiles como encendidas opiniones de Elías Soso y Gerardo Bongiovanni

La contundencia del paro en todo el país, Rosario incluida, no apagó ayer las manifestaciones de quienes estaban en contra, pero entre los que lo apoyaron desde un primer momento el resultado generó satisfacción y hasta entusiasmo.
La Capital seleccionó las opiniones de Elías Soso, presidente de la Asociación Empresaria de Rosario, y Gerardo Bongiovanni, director de la Fundación Libertad; por la enjundia, el vigor, que llevan de manifiesto y porque de alguna manera son útiles para demostrar el difícil arte del consenso que persigue la política y que raras veces consigue enhebrar.
Elías Soso: Paró todo el mundo, es innegable. Aun los trabajadores que fueron apremiados a parar, creo que íntimamente sentían que esta vez había que hacerlo. Todo el pueblo le dijo al gobierno que no está de acuerdo con el rumbo y que no acepta más el argumento de la herencia recibida, pues cuando la Alianza estaba en campaña sabía qué país le iba a tocar.
Tampoco es cierto -como dice el gobierno- que el tiempo transcurrido es poco: ya está llegando al primer año del mandato y a cumplir el 25 por ciento del período total.
Si se compara la obra de este gobierno con la ejecutada en igual tiempo por Arturo Frondizi, el resultado es desolador. Entre 1958 y 1959 Frondizi lanzó la producción de carbón en Río Turbio, la planta siderúrgica de Altos Hornos Zapla en Jujuy y la de San Nicolás en provincia de Buenos Aires; licitó la producción de hierro y acero en Sierra Grande, inició la central hidroeléctrica El Chocón y la explotación de más de 10 mil pozos petroleros; logró la radicación de tres petroquímicas, firmó la ampliación e instalación de nuevas destilerías y comenzó el tendido de oleoductos y gasoductos. Todo eso en medio de innumerables planteos militares que no le daban un minuto de paz. Así que si me dicen que en un año no se pueden hacer cosas, les respondo que es mentira.
Ayer, finalizado el paro, hablé con colegas de Buenos Aires. Asombrados, me dijeron que nunca había parado tanta gente.
Este gobierno debería actuar con inteligencia y aprovechar el resultado de este paro para decirle a los organismos internacionales que lo presionan que el pueblo está marcando un límite y que resultaría riesgoso avanzar más allá.
El gobierno de De la Rúa debe leer esta monolítica decisión del pueblo mostrada el jueves y viernes y cambiar una política que sigue castigando al empresariado nacional y a la clase trabajadora.
Gerardo Bongiovanni: Al igual que los 25 paros que se hicieron desde la recuperación de la democracia, en 1983, este último no servirá de nada. La medida de fuerza extrema que el país vivió entre el jueves y viernes responde a la estrategia de los dirigentes sindicales de mantener el control de las obras sociales, que son la caja recaudadora de sus organizaciones.
La población arrastra un enorme malhumor desde hace tres o cuatro años: el país no se recuperó del Tequila y de la crisis del sudeste asiático; nada más que ahora los gremialistas se están aprovechando de un gobierno débil y de escasa credibilidad, producto de que pulverizó en poco tiempo las expectativas altas de que gozaba al asumir.
Argentina, con una clase dirigente caduca que no entiende hacia dónde marcha el mundo, está desaprovechando el momento formidable que vive la economía internacional, que atraviesa el mejor de los últimos 30 años. Cuando tantos países logran millonarios excedentes de capital, a nosotros nos toca andar mendigando a ver si nos prestan un peso. Es tristísimo.
A mi juicio, gran parte de los males es producto del dispendio y el gasto público, que aumentó el 90 por ciento en pocos años y generó una deuda pública altísima: de 48 mil millones se pasó a 90 mil. Es irresponsabilidad pura de la clase política, irracionalidad total.
Hay que mirar cerca para tomar algunas lecciones, no es necesario esforzarse tanto: Chile, por ejemplo, fue austero, ordenado en materia fiscal y así llegó a la actual imagen de solvencia económica y a una positiva calificación internacional. Argentina, que hizo todo lo contrario, ahora tiene el resultado.
Lamentablemente, no veo la salida. El gobierno no actúa a la altura de las circunstancias, no logra generar liderazgo y aparece como encerrado en un dilema: De la Rúa no puede gobernar sin la Alianza, pero tampoco con ella. Allí adentro hay una dirigencia de lo más heterogénea que no logra digerir las reformas necesarias. Hasta creo que a veces se niega a pensarlas.


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