Año CXXXIV
 Nº 48949
Rosario,
sábado  25 de
noviembre de 2000
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Opinión
Entre el FMI y el síndrome de la CNN

Isidoro Gilbert

Las glorias son pasajeras. Después de lograr el acuerdo con los gobernadores peronistas, Fernando de la Rúa pensó que había enderezado el rumbo y le daba certezas a su gobierno, con su liderazgo recuperado y la perspectiva de conseguir un paraguas protector de los organismos financieros internacionales que permitiera borrar a la Argentina de la agenda inmediata de los especuladores internacionales, ese ominoso golpe de mercado y eludir ese infierno tan temido que se llama default.
El acuerdo con los gobernadores, convenio imperfecto para contener el gasto por un quinquenio, no tiene precedentes. Pero los mandatarios provinciales eludieron exhibirse como protagonistas de un Pacto de la Moncloa criollo, porque dudan de su efectividad; conocen que debieron refrendarlo bajo el temor a los mercados, la obsesión de ellos y de la Alianza, el marcapasos del destino argentino, al menos hasta que se decida otro rumbo al que ha definido el presidente hace casi un año.
Nadie quiso en el justicialismo tirar mucho más de la soga, ni siquiera Carlos Ruckauf que perdió en la puja mediática con José Manuel de la Sota, en esa interna inevitable que los une a Carlos Reutemann, listo para someterse en enero a una operación de su columna vertebral en los EEUU que lo tendrá un mes en reposo, y a Carlos Menem, todos pensando en un retorno que creen seguro, al menos para el peronismo, en el 2003.
Pero el error de comprometerse ante el FMI a hacer lo que la política no le permite, como querer modificar drásticamente la ley previsional por un camino de dudosa legalidad y sin debate, y la reacción sindical con el tercer y más exitoso paro general, como en el juego de la oca, hizo que el gobierno retrocediera a antes de los anuncios para escapar de la cesación de pagos.
Los mercados tienen nombre. Uno de ellos es Stanley Fischer, quien le acaba de recordar a De la Rúa que se ha comprometido a sacar por decreto la reforma previsional detestada por casi todos. Fischer en el FMI representa a los EEUU y el llamado de atención en vísperas de la huelga es un apoyo a Machinea. La demora en sacar el decretazo no se debe a la duda persistente que se le atribuye al presidente. Es una táctica que aconsejó Chacho Alvarez: no sumar al presupuesto, donde no está todo dicho pese al respaldo de los gobernadores, un debate sin destino.
El decreto-ley eludirá, a un alto costo político, la discusión parlamentaria y una mayor crisis dentro de la Alianza. El intríngulis se pensó mimetizar con la idea de Raúl Alfonsín de que la comisión de Legislación Previsional de la Cámara baja saque un dictamen que sirva para el decreto ley. Nada más que como gesto hacia el Parlamento, De la Rúa enviará un proyecto a la espera de esa resolución que Chrystian Colombo estima que es un camino inútil. Darío Alessandro sabe que el debate lo supera: Chacho indicó no votarlo. ¿Qué hará Graciela? El decreto-ley debe ser refrendado por todos los ministros, por lo que ella tendrá que dar ese paso o irse del gabinete nacional. En un gobierno de coalición el disenso no debería llevar a extremos, pero la Carta Magna, artículo 99, ordena a todos los ministros firmarlo.

No todos tienen miedo
José Luis Machinea ha recibido duras objeciones de núcleos del radicalismo por haber comprometido al presidente en un instrumento indigerible. Para el ministro, no es un capricho: es ahorrarle al Estado una cifra voluminosa que debería ir a la próxima generación de abuelos, como garantía de que habrá fondos disponibles para los compromisos externos. Es una premisa del FMI y el lunes llega la misión de Teresa Ter Minassian para revisar los objetivos fiscales, el convenio con los gobernadores, como quedarán el presupuesto y la reforma previsional, la desregulación de las obras sociales, pasos previos al blindaje.
El miedo a los mercados convenció a los gobernadores pero no a los sindicalistas para manejar la huelga de 36 horas. En la mirada oficial, es una irresponsabilidad. Es el síndrome de la CNN: pavor por las imágenes en el exterior de cubiertas quemadas que espantan a inversores. Tuvo efecto sobre el hombre corriente que no concurrió a mítines o los cortes de calles, pero no alcanzó para rebanarle posibilidades al paro, sobre todo al trecho del jueves, condición para que ayer fuera casi total. Los cortes de ruta tienen otra dinámica, otra participación social y en casos, bastante nutridos. Define a un nuevo sujeto social y una metodología de movilización que se instaló.
En el oficialismo oran porque la huelga tenga en lo inmediato el efecto de una catarsis pero hay más probabilidades que siga la conflictividad con un vasto abanico de posibilidades políticas. En el espacio de la CTA, se especula que la incursión de la CGT de Daer en la huelga fue impulsada para no perder el tren y exhibir que sin ella, no se lograba el suceso. El éxito puede darle a Daer el espacio que busca para lograr del oficialismo una reglamentación de la desregulación de las obras sociales que le extiendan por dos años más el peso que sus sindicatos tienen en la actualidad.
La ministro de Trabajo, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, apuesta a ese acuerdo con los gordos mediante una mesa de concertación, para acotar a la CGT de Moyano, dejar aislado a la CTA con su propio cronograma de continuidad. Ella no exhibió buena cintura para manejar el conflicto: amenazó con represalias para escenarios que no se dieron, acompañando en su discurso el del sector duro anidado en el entorno presidencial: Antonio, el hijo influyente, postuló debatir en la reunión del gabinete del martes la ilegalización de la medida de fuerza, lo que debió ser refutado.
Otro duro persistente, el secretario de Seguridad, Enrique Mathov, diagramó medidas especiales pese que la Side no detectó actos de violencia. La mayoría de la Alianza rezaba por eludir una emergencia, pensando que después de la huelga habrá un desinfle, sobre todo por el espacio negociador abierto con Daer, quien pisa fuerte en ese juego manteniendo presión con otro paro. Para el oficialismo, Moyano es ariete de la estrategia de poder de Ruckauf, pero gobernador y sindicalista tuvieron un cortocircuito por la falta de apoyo del bonaerense al paro. Su discurso es el del ala de la Iglesia que orienta el cardenal Francisco Primatesta, en la línea social del Vaticano, una búsqueda de recreación del Movimiento Nacional, con raíces en la ortodoxia peronista.

Sacar conclusiones
Las especulaciones no son ociosas porque un buen análisis debe responder el ¿y ahora, qué?, expuesto, de una y otra manera, por las centrales de trabajadores, los empresarios escasamente conformes con lo que sucede y, especialmente, el gobierno. Los sindicalistas, que no alcanzaron a movilizar más que a su militancia, aplicaron el toco y me voy en los cortes de calles y caminos para evitar darle argumentos a las fieras. La huelga, un llamado de atención para el gobierno, está lejos de ser aceptada por un sector de los ciudadanos, que simpatizan con los motivos pero no con su operatoria y de allí la módica presencia de los hombres comunes en su parte activa.
Las encuestas le cuentan al gobierno que los sindicalistas gozan de escasa popularidad, pero eso es sólo un consuelo. ¿Hay posibilidades de entablar una mesa de negociación que no sea la metodología del tome y daca y abordar los problemas reales de los trabajadores, los desocupados, en primer lugar? En el Frepaso creen que la ministro es una incendiaria en un galpón con glicerina, descalificación que Moyano acepta y no es la llamada a obtener esa proeza. No depende de la habilidad de los funcionarios sino de la continuidad del actual camino. Lo que quiere decir: para la gente, nada.
El paro, pese a su explícito mensaje, no modificará el rumbo. Es una victoria pírrica para el gobierno, al que ahora le importa dar más señales a los mercados para retomar el camino de sus negociaciones por el blindaje. El cronograma comienza con aprobar el presupuesto y continúa con la reforma previsional y la reglamentación de las obras sociales y es similar a la agenda de Fischer. La suerte de esta estrategia tiene un horizonte inamovible: exhibir éxito en el crecimiento económico. Fischer aconsejó a Machinea, con quien comparte objetivos y tácticas y se ayudan mutuamente, que bajara las expectativas de crecimiento del 4,5% del presupuesto a 3% porque todo lo que sea mayor, será visto como un logro. Pero habrá que ver si lo consigue: el 2001 sería gris, con una trepadita del 2%.
La confianza mata al hombre y puede que la víctima sea el de Economía. La apuesta de Machinea es la misma de hace un año, aunque su presupuesto no sea todo lo recesivo con que lo acusan sus críticos: que con poner en caja el gasto y las reformas de tercera generación generará expectativas, que es, dicen, lo que más escasea actualmente, para atraer inversiones de afuera y de adentro.
Los empresarios que quieren producir, proponen medidas que horrorizan a los banqueros, como encontrar dinero con imposiciones a las empresas privatizadas; se lo han hecho saber a un De la Rúa escasamente receptivo. ¿Cuál es el tiempo de espera para verificar que los granos sembrados dan frutos?: el actual equipo económico no resiste a otro fracaso.

¿Qué hará el Frepaso?
El destino de la actual coalición requiere de su ratificación por el Frepaso. Algunos dirigentes se ilusionaron con el Congreso partidario que debía realizarse en diciembre pero luego repararon que era peor el remedio que la enfermedad: Chacho no se expondrá a la crítica de los suyos, aunque conoce que piensan de sus silencios yrigoyeneanos.
Es más probable que Alvarez convoque a un plenario de presidentes de distritos, donde el debate será menos áspero y tendrá a los de siempre como protagonistas: el líder, Aníbal Ibarra, Graciela, Rubén Giustiniani, Hermes Binner, Oscar Massei, acaso de Eduardo Sguiglia, hombre de Chacho, mentado como sucesor de la ministro de Solidaridad Social si tocan a duelo al gabinete. Todos ellos funcionarios con compromisos concretos más una veintena de dirigentes. Pero no tres centenares de delegados, muchos muy irritados y sin cargos.
¿Discutir, qué? Ese vacío alimenta algunas fantasías como que Ibarra lanzará el 15 de diciembre una corriente interna y que los suyos niegan: Aún no mostramos que gestionamos bien; solo hicimos anuncios. El jefe del gobierno porteño necesita del paraguas que significa Chacho, a pesar de todo, porque está en la búsqueda de ampliar sus alianzas para que su gestión no sea perturbada por bloqueos legislativos.
El jefe del Frepaso, donde se han perdido a dos partidos, los socialistas democráticos y los democristianos, no responde a los llamados telefónicos del presidente y de Alfonsín, tan sobre ascuas como Ibarra o los legisladores. De lo que diga en su momento, dependerá el futuro de la Alianza y del propio jefe del frentismo. Si hay ruptura no será acompañado por Ibarra que tiene un distrito complejo que no puede ignorar al presidente ni a la coalición. Solo ese sería el instante donde sus viejos senderos y amistad, pueden bifurcarse.



Hasta el oficialismo ha criticado a Machinea.
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