Año CXXXIV
 Nº 48.943
Rosario,
domingo  19 de
noviembre de 2000
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Mendoza: Montaña de adrenalina
Potrerillos, a 60 kilómetros de la capital provincial, es tierra de aventuras. Circuitos de trekking, rafting y rappell hacen una combinación de esparcimiento y contacto directo con la naturaleza

El unimog ruso, diseñado especialmente para trasladar tropas durante la Segunda Guerra Mundial, desanda las calles de Potrerillos, un pequeño pueblo que se encuentra a 60 kilómetros de la ciudad de Mendoza. Allí las casas de madera están rodeadas de álamos para tratar de frenar los vientos que provienen del oeste. Saliendo del caserío, el cuatro por cuatro se desvía por la avenida de los Cóndores y comienza a remontar de manera desafiante la precordillera hasta detener su marcha en el distrito El Salto. Este es el sitio indicado para comenzar una emocionante travesía que incluirá trekking, rappell y rafting, modalidades de turismo aventura que sólo adquieren su real significado cuando la adrenalina comienza a correr por todo el cuerpo.
Mendoza, tradicionalmente conocida como tierra de vinos y bodegas, desde hace algunos años comenzó a desarrollar una diversificada oferta de turismo aventura, que durante los meses de verano atrae a miles de visitantes extranjeros y locales, que llegan a la provincia cuyana para combinar descanso y contacto directo con la naturaleza.
En Potrerillos, al pie de los Andes, hasta los más escépticos a la aventura terminan seducidos por el incomparable vértigo que significa descender mediante una soga de una cornisa de piedra o navegar por los rápidos de un río caprichoso.

La travesía
Cuando el motor del unimog deja de rugir en plena precordillera mendocina, precisamente en el distrito El Salto, el guía de montaña reúne al contingente que está dispuesto a emprender la travesía. Es el momento en que Roger, un joven guía de montaña que confiesa no poder permanecer lejos de la naturaleza, enumera una serie de recomendaciones: no usar anillo ni aros, colocarse gorro y juntar fuerzas para caminar.
A cada integrante se le reparte el único alimento que podrá ingerir durante las próximas cinco horas. La vianda contiene dos sandwiches de jamón y queso, una lata de gaseosa y una manzana. Lo necesario para hacer un break en el camino y reponer energías.
En los primeros minutos de caminata se descubre un terreno erosionado, salpicado de cactus y arbustos. Con suerte también se puede apreciar el vuelo de cóndores y águilas, que en busca de alimento suelen alejarse de la cordillera frontal.
Es común que la caminata en pendiente provoque luego de unos minutos el primer ahogo en los aventureros, por lo que una pequeña escala sirve para cambiar el aire y comenzar a sentir de otra manera el hermoso medio circundante. La montaña es el patio de mi casa. Aquí se viven atardeceres apasionantes, cargados de magia. Además la solidaridad que a veces se requiere para sobrellevar una tormenta hace que un desconocido se pueda convertir para siempre en un amigo, comenta Roger ante un grupo que escucha con atención las sinceras palabras de quien todos los veranos guía contingentes para hacer cumbre en el Aconcagua.
Al reanudarse la caminata, la vegetación se torna más densa y la humedad se incrementa. Debido a que el sendero se reduce, el grupo debe alinearse para avanzar. Un pequeño arroyo que baja en busca del río Mendoza comienza a convertirse en la hoja de ruta que conducirá hasta la ruta nacional Nº 7, donde finalizará el trekking.
Al promediar el recorrido de siete kilómetros, el guía elige un lugar adecuado para reponer energías. Sentados en una inmensa piedra, mientras echan mano a los alimentos, los aventureros conversan sobre la experiencia que en más de una oportunidad requirió de la ayuda del compañero para cruzar el arroyo o superar una roca que impedía circular por el sendero.
Después del breve recreo llega el momento de afrontar el mayor desafío que plantea el trekking. Es tiempo de descender con soga una cornisa de piedra de aproximadamente 20 metros de altura. Uno a uno, los integrantes del grupo se colocan el arnés (una pequeña cuerda que ajusta las piernas y la cintura) y, luego de escuchar atentamente los consejos de Roger, emprenden el emocionante descenso (rappell).
Hay que sentarse en el aire y apoyar las piernas estiradas sobre la roca. Al quitar tensión de la cuerda de manera graduada se inicia el descenso, caracterizado por una descarga de adrenalina incomparable. Una vez en tierra firme se experimenta la grata sensación de haber dialogado íntimamente con la naturaleza.
Entre los cerros se filtra el sonido que provocan los vehículos que transitan la ruta nacional Nº 7, que une a nuestro país con Chile. Es la señal inequívoca de que el fin del trekking está a la vuelta de la montaña.
El fin de la caminata lejos está de significar la conclusión de la aventura. El día de vértigo ingresa en la segunda etapa. Llegó el turno de realizar rafting en el torrentoso río Mendoza. Antes de comenzar los 45 minutos de navegación por las caprichosas aguas, los expedicionarios se colocan un traje impermeable, chaleco salvavida y casco protector. Sólo un par de consejos del guía sobre la manera de remar sirve de preludio para que el gomón inicie la danza al ritmo de los rápidos.
A espacios regulares, la calma absoluta da lugar a aguas que amenazan con dar vuelta el gomón, pero el guía se encarga de devolver la calma a la tripulación que, excitada, continúa remando con una sonrisa en los labios.
La travesía concluye en el complejo recreativo Ríos Andinos, que además ofrece la posibilidad de realizar cabalgatas, mountain bike y river board. Sentados tranquilamente en la apacible cabaña que dispone el lugar, los expedicionarios comparten a puro mate las anécdotas de la jornada inolvidable, que todavía tiene reservada una actividad que sorprenderá al grupo.
A unos metros de la cabaña funciona un sauna azteca, pequeña construcción de piedra y paja que semeja un horno de barro. En el centro del ambiente se encuentran unas piedras que reciben calor desde el exterior, las que son humedecidas mediante agua combinada con hierbas regionales. El denso vapor que se respira en el lugar sirve para eliminar las sustancias tóxicas del organismo. Luego de un día de vértigo nada mejor que esta experiencia reparadora, similar a la que utilizaban los aztecas para relajar a las parturientas.



Los rápidos, solamente para aventureros.
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